Es considerado como uno de los principales responsables de los beneficios cardiovasculares y antioxidantes.
El aceite de oliva es, mayormente utilizado en la dieta mediterránea, y está considerado uno de los principales responsables de los beneficios cardiovasculares y antioxidantes. Pero esta, es tan solo una de las numerosas virtudes del llamado ‘oro líquido’.
Este ácido graso, le otorga al aceite de oliva, un efecto antiinflamatorio. Además, también se relaciona con una baja incidencia de enfermedades cardiovasculares, comparado con el consumo de otros tipos de grasa. También ayuda a controlar los niveles de colesterol. Las grasas monoinsaturadas del aceite de oliva, pueden ayudar a incrementar el conocido ‘colesterol bueno’.
Uno de los trabajos del aceite de oliva, es mantener el sistema inmunológico siempre activo. Esto se consigue, gracias a que el aceite tiene poderosos antioxidantes, así como nutrientes básicos para mantener sano el organismo.
Gracias a las grasas saludables que tiene el aceite de oliva, ayudan a proteger el cerebro. En este caso, se puede ayudar a evitar problemas de memoria, y retrasar todo tipo de deterioro mental que viene unido a enfermedades de tipo Alzhéimer.
La ingesta diaria recomendada de aceite de oliva, es de 3 a 6 cucharadas soperas al día, teniendo en cuenta que cada cucharada equivale a 10 ml. Esta cantidad incluye, tanto la que se utiliza para cocinar, como para sazonar. El aceite es un muy buen complemento de las ensaladas, el pan tostado y como condimento de pastas y arroces; en vez de utilizar salsas procesadas ricas en grasa saturada.
Por lo anterior, para disminuir el riesgo cardiovascular, y en general, mejorar la salud, es muy recomendable volver a las viejas costumbres de la dieta mediterránea, y utilizar este alimento como principal grasa de la dieta.