Todos los seres humanos debemos consumir agua potable para subsistir, pero, ¿qué sucede cuando no es así?
Al consumir agua contaminada surgen las llamadas “enfermedades de origen hídrico”. Los causantes son microorganismos, como virus, bacterias y protozoarios o sustancias químicas.
La mayoría de las enfermedades transmitidas por el agua es causada por microorganismos encontrados en depósitos de agua dulce, generalmente después de la contaminación por las heces humanas o animales. La transmisión del agente infeccioso a través del agua puede ocurrir por contacto con la piel durante el baño, por ingestión o aspiración de los gérmenes presentes en el agua.
La forma más común de contaminación es a través de la ingestión, ya sea directamente bebiendo agua contaminada o por comer alimentos lavados en agua infectada.
El consumo de agua contaminada por productos químicos, tales como plomo, arsénico y flúor, también puede causar enfermedades.
Una de las alternativas para prevenir estas enfermedades es el uso de un purificador de agua.
Un purificador de agua es un aparato que sirve para limpiar el agua que bebemos del grifo de todas las impurezas que pudiera contener. Es probable que el agua que bebemos sea potable, pero ello no quiere decir que esté totalmente limpia de sustancias o agentes potencialmente nocivos.
En realidad existen varios tipos distintos de purificadores de agua. Los más complejos suponen instalaciones en todo el hogar; los más sencillos son simples recipientes con filtro. En cualquier caso, todos sirven para lo mismo aunque en distintos niveles: eliminar las impurezas de agua para mejorar su sabor y cuidar nuestra salud y la de los que están a nuestro alrededor.