Es un imponente monumento, de catorce metros de altura, obra del maestro escultor colombiano Rómulo Rozo, sin duda, uno de los monumentos más emblemáticos de la Mérida contemporánea.
El monumento es considerado un ejemplo de la arquitectura neoindigenista o neomaya, y consiste en un imponente monolito de piedra con forma de hemiciclo que ocupa un cuarto de hectárea, esculpido en su relieve para contar momentos clave de la historia de la nación mexicana, desde la época prehispánica y hasta las primeras décadas del siglo XX, y aún la historia del Estado de Yucatán en particular. Localizado al final de Paseo de Montejo, esta obra del escultor Rómulo Rozo Peña, es también una síntesis en piedra del México precolombino, que lucha por liberarse de la opresión española, que busca en la Reforma, su consolidación como país; que vence la opresión del hacendado, y que hoy vive en la modernidad.
‘Es un altar a la patria para borrar del espíritu nacional las ideas sobre el separatismo yucateco. La patria es todos y para todos’, expresaba Rozo Peña, citado por el jefe del Departamento de Patrimonio Cultural de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, Enrique Martín Briceño.
De forma semicircular, la cara norte del monumento, simula el lago de Texcoco, en el que es devorada una serpiente por un águila, ambos con motivos mayas, con dos columnas a cada lado en la que se aprecian guerreros precolombinos dispuestos a luchar por la patria.
En medio de esta cara, se puede apreciar una ceiba, árbol sagrado maya, y en torno a la figura, diversos personajes que muestran variados momentos de la historia precolombina, de la conquista y de la colonia.
Un pretil cierra el lago y en él sobresalen 31 pequeñas columnas que corresponden a 29 estados, un territorio Quintana Roo y el Distrito Federal, y en los que se pueden ver los escudos respectivos, signo de la concepción de unidad nacional.
En la cara sur, punto final de la avenida Paseo de Montejo emblema de la bonanza henequenera, destaca la figura de la Patria, una mujer de rasgos y vestimenta mestiza, con finos ornamentos en posición de genuflexión.
El monumento en su regazo, guarda una casa de paja, signo de la identidad maya contemporánea, y en su interior brilla una luz, corazón y llama de la patria mexicana, rodeada de diversos símbolos mayas como jaguares, chacmoles, caracoles, crótalos, flora y fauna de la entidad.
Para llegar a ella, se sube una escalinata esculpida en piedra. Los barandales que acompañan el ascenso, inicia con dos columnas en los que también se aprecian guerreros mayas, y sobre cada uno de ellos, pebeteros que habrían de encenderse en la conmemoración de las fiestas patrias.
A lo largo de esta cara del monumento, se narran diversos aspectos de la vida nacional como la dependencia de México, y sus personajes emblemáticos; la Reforma de Juárez y la lucha de los Niños Héroes, contra la intervención extranjera, sus héroes como Porfirio Díaz; que a la larga se convertiría en dictador.
La lucha de Madero, Zapata y Villa para dar fin a este régimen, así como diversos acontecimientos que llevaron a México a un estatus de ‘modernidad’, al inicio de la segunda mitad del siglo XX.
Sobre la Madre Patria, es visible un asta bandera en la que de manera permanente ondea la insignia nacional, y en determinadas fechas, se colocan otras 31.
El Monumento a la Patria, expuso Martín Briceño, es hoy uno de los principales referentes de la entidad, un símbolo que en su momento permitió la resurrección del llamado neo indigenismo, dando a la piedra de Ticul utilizado en la escultura de este monumento voz, para narrar la grandeza de la historia nacional.
Muchos artistas en su momento criticaron el proyecto y hoy en día la polémica continua, pero ahora no está a discusión la majestuosidad de la obra sino la ausencia en él de personajes como Salvador Alvarado, al que la Iglesia y los conservadores han criticado por permitir el saqueo de la Catedral de Mérida en 1915.
Hay quienes tampoco han visto con buenos ojos que este monumento en honor a la Patria se utilice como un mausoleo, pues en él se depositaron las cenizas de su creador, cuando algunos aseguran es, como su nombre lo dice: un Monumento a la Patria.
Lejos de esta polémica, el Monumento a la Patria, es hoy, punto de encuentro obligado para la sociedad yucateca que goza de los triunfos de la selección nacional de futbol; es paisaje obligado para convencionistas o quinceañeras, principio y fin de actividades deportivas o de encuentros de la sociedad civil.