Prácticamente cualquier actividad del día requiere concentración, ya sea leer, estudiar, trabajar o sencillamente mantener una conversación. Sin embargo, en ocasiones es frecuente “perder el hilo” o pasar por momentos en los que aumentan las distracciones y nos cuesta un gran esfuerzo mantenernos concentrados mientras hacemos algo.
La concentración no es otra cosa que la utilización de nuestros recursos cognitivos enfocándolos en algo en concreto y manteniéndolos el tiempo que sea necesario. Cuando estamos concentrados en una tarea, todo lo demás se difumina y nos permite llevarla a cabo satisfactoriamente.
Las principales causas de la desconcentración
Los motivos por los que aparece la desconcentración pueden ser muchos, pero entre ellos hay algunos muy frecuentes, como:
Las distracciones. El entorno en el que nos encontremos tiene un impacto directo en nosotros, pues los estímulos que recibamos afectarán a nuestra concentración.
Las preocupaciones. Tener la mente ocupada en los problemas o en pensamientos negativos dificulta enormemente nuestra capacidad de centrarnos y monopolizan nuestra atención. En ocasiones, hablamos de “pensamientos rumiantes” que mantienen nuestra mente en un círculo vicioso que roba la energía y genera emociones negativas.
Hacer demasiadas cosas a la vez. Cuando no se gestiona bien el tiempo y se quiere hacer todo a la vez, los resultados siempre suelen ser contraproducentes, pues se termina tardando más y haciendo peor todo.
Desmotivación. Como hemos mencionado antes, es importante encontrar la motivación en aquellas actividades que realizamos pues, de lo contrario, la desmotivación se reflejará en el resultado de todo aquello que hagamos.
El cansancio. No dormir lo suficiente hace estragos en la capacidad de concentración.
La ansiedad, la depresión o el desequilibrio emocional general. Cuando alguien atraviesa alguno de estos estados, el hecho de concentrarse en una tarea supone un reto casi imposible.
La meditación para aumentar la concentración
Dentro de los múltiples beneficios de meditar, destaca el aumento de la concentración. Diversos estudios han demostrado que se trata de una práctica efectiva para, entre otras cosas, estimular la capacidad atencional.
Esto se debe a dos motivos fundamentales. Para empezar, la misma práctica de meditación se trabaja mediante la atención plena del momento presente. Aprender a dejar la mente descansar permite la máxima concentración.
Gracias a la meditación es posible:
• Mejorar la calidad del sueño.
• Reducir los niveles de ansiedad y estrés.
• Combatir la depresión.
• Equilibrar las emociones.
La relajación de la mente que se trabaja en las sesiones se traslada al cuerpo, mejorando el estado general de salud y el sentimiento de bienestar. Pero, además, meditar fomenta la creatividad y mejora la capacidad de motivarse o de encontrar nuevas fuentes de motivación.
Para concentrarnos adecuadamente es necesario habernos liberado del estrés y disponer de nuestras capacidades en perfecto estado. De esta forma podremos trabajar, estudiar o realizar nuestras tareas diarias a pleno rendimiento.
Si quieres utilizar la increíble herramienta que es la meditación para mejorar tu concentración, tienes que saber que se trata de un proceso que hay que llevar a cabo sin prisas y paso por paso.
Comienza reservando un tiempo diario solo para ti y en un lugar que sea el ideal para meditar. Al principio será suficiente con que medites cinco minutos al día, y después puedes ir aumentando el tiempo.
Puedes elegir entre diferentes técnicas, pero la clave está en que una vez te encuentres en ese lugar tranquilo, comiences a dejar fluir tus pensamientos sin juzgarlos, simplemente observando.
Es normal que al principio pueda resultar difícil, ya que es sorprendente cómo nuestro cerebro “nos habla sin parar”. Te ayudará el centrarte únicamente en tu respiración y encontrar una postura en la que te encuentres del todo cómodo.