Doshi se convierte en el primer arquitecto indio, en recibir el máximo galardón de la Arquitectura.
Cada año, el Premio Pritzker se concede a un arquitecto que haya hecho aportes importantes. Si bien las elecciones del jurado, en ocasiones, han sido controvertidas, no hay duda de que el ‘Premio Nobel de la arquitectura’, ha sabido reconocer la trayectoria de los mejores arquitectos. El Pritzker fue fundado en 1979, por Jay A. Pritzker y su esposa, Cindy. Se entrega a un arquitecto o grupo de arquitectos cuyo trabajo combine cualidades de talento, visión y compromiso, y que haya producido contribuciones consistentes y significativas para la humanidad y el entorno construido a través del arte de la arquitectura.
El jurado ha elegido al arquitecto indio Balkrishna Doshi, como ganador del Premio Pritzker 2018. La arquitectura poética de Doshi, se basa principalmente en influencias culturales orientales, creando una producción que abarca todas las clases socioeconómicas, en un amplio espectro de tipologías, desde los años 50.
Nacido en Pune, India en 1927, Doshi comenzó sus estudios de arquitectura en el año de la independencia de su país, en 1947. Después de un período en Londres, se trasladó a Francia para trabajar con Le Corbusier, y de allí regresó a la India con el fin de supervisar el trabajo en los planes de Le Corbusier para Chandigarh, y en los proyectos de Le Corbusier en Ahmedabad, como el ‘Edificio de la Asociación de Propietarios de Molinos’ (1954) y la ‘Casa Shodhan’ (1956). Doshi también trabajó más tarde con Louis Kahn en el Indian Institute of Management, comenzando en 1962.
La arquitectura de Doshi ha tenido como guía un juramento tomado en los inicios de su carrera profesional, el de proveer de vivienda adecuada a las clases más desfavorecidas. De él partió un profundo sentido de la responsabilidad, que ha guiado su carrera, motivándole a producir edificios que, tanto en su dimensión pública como privada, se han mantenido siempre sensibles a las dimensiones sociales, económicas y medioambientales. Su arquitectura no está exenta de un cierto sustrato subjetivo y poética, arraigado en recuerdos y evocaciones sensoriales de la infancia, que comprende su práctica de arquitectura como una prolongación de su vida, filosofía y sueños; unida a la voluntad ética y creativa de contribuir con algo relevante al espíritu de la disciplina.
Los rasgos que distinguen el hacer de Balkrishna Doshi, son una comprensión del edificio como prolongación del cuerpo humano y su capacidad para aunar una adecuada solución funcional con una sensible elección de materiales y articulación de los espacios. Se suma a ello una excelente comprensión y aprecio de las técnicas constructivas ancestrales de su país, que ha fusionado con la artesanía local y los procesos de prefabricación, que le ha permitido desarrollar un vocabulario armónico con lo tradicional y lo contemporáneo y sus dinámicas de transformación.
Seguramente sea su propio estudio, construido en Ahmedabab en 1980 y bautizado con el vocablo sánscrito Sangath, que significa ‘acompañar o moverse juntos’, el edificio que sintetice con mayor concreción esa visión arquitectónica: una síntesis armónica entre componentes materiales e inmateriales, diferentes cualidades de luz, de forma y usos.
Una escuela en actividad incesante, donde se aprende, se des-aprende y se re-aprende.
Cabe destacar entre su trayectoria edificios como el sobresaliente Tagore Memorial Hall (1966), Life Insurance Corporation Housing (1973), el Indian Institute of Management (1977-1992) o el organicismo de la galería de arte Amdavad Ni Gufa (1994).