La capilla que recrea la crucifixión a través de sombras.
Construida en la provincia argentina, en La Playosa, Córdoba; emplazada en una zona rural a mitad de camino entre Córdoba y Rosario, a 500 km de Buenos Aires.
El arquitecto creador de esta capilla es Nicolás Campodónico, de Rosario, que diseñó el oratorio dedicado al patrono del pueblo para que tenga un íntimo vínculo con el ambiente natural, al grado que es la naturaleza la que, conforme al instante del día, complementa el sentido de la obra. Los diseñadores partieron de la hipótesis de que Cristo cargó solo con el palo transversal de la cruz en su camino a la crucifixión, y es en el Gólgota donde se une ese poste con el central a fin de que los dos formen la cruz.
Externamente, se visualiza un enorme ventanal con dos postes inconexos. Pero interiormente, con el ingreso de la luz natural, esos palos próximos pero sin conexión aparente, proyectan una sombra con una cruz perfecta sobre uno de las muros de la capilla.
La continuidad del espacio está insinuada desde el exterior: un patio de acceso flanqueado por dos sutiles paredes curvas rematan en un volumen prismático, que atrapa el sol. En el atardecer, el movimiento de la sombra proyectada en el interior de dos tableros independientes, que se va deslizando por el interior curvo de la capilla, coincide formando una cruz.
La repetición diaria de esta composición sugiere la crucifixión de Cristo. El ladrillo configura un espacio temporal continuo, que remite a la idea de tiempo sin tiempo, sin límite, eterno. Explorando todas sus posibilidades de expresión, el mampuesto se extiende desde el solado concéntrico y sube por la bóveda hasta llegar a cubrir toda la luz. Otra de las curiosidades es que tiene un atrio de poca altura bajo el ventanal en el que asoman los postes que proyectan la cruz, opuesto al ingreso al oratorio, desde un lateral. En suma la superficie construida es de 92 m², y fue escogida como uno de los 26 trabajos seleccionados de entre 194 que ya habían sido preseleccionados de los 21 países participantes de la décima edición de la Bienal.
La obra ya había sido premiada durante la XV Bienal Internacional de Arquitectura de la ciudad de Buenos Aires, edición en la que consiguió el premio del Comité Internacional de Críticos de la Arquitectura (CICA) a la Arquitectura Argentina Joven.