Para la elección de un recubrimiento hay que basarse en ciertos detalles, ya sea en el color o su atractivo diseño y textura.
Antes de decidir cual será el recubrimiento adecuado debes verificar que el producto sea el indicado para el uso que le darás.
Para esto debes cuestionarte lo siguiente: ¿Lo usarás en exterior o en interior? ¿Será para piso o muro? ¿Qué nivel de tránsito deberá soportar? ¿Estará en un sector sucio o limpio? ¿Estará expuesto a agentes externos tales como vapor, productos químicos, nieve o humedad?
La acción de las temperaturas de cocción y las arcillas empleadas en su fabricación definen diferencias entre los distintos productos cerámicos. Cada uno de los productos logrados mediante los distintos procesos de cocción ofrece aplicaciones específicas:
Cerámica para muros: Son más delgadas que las de piso y presentan un bizcocho pálido. No deben usarse en pisos.
Cerámica para pisos: Se clasifican de acuerdo a su resistencia al desgaste abrasivo. Puede también instalarse en muros. Las clasificaciones son las siguientes:
Residencial liviano: Son baldosas cerámicas esmaltadas, para instalar en ambientes protegidos de agentes abrasivos (arena, gravilla, etc). Recomendada para dormitorios y baños de viviendas privadas.
Residencial moderado: Son baldosas cerámicas esmaltadas, para instalar en ambientes protegidos de agentes abrasivos (arena, gravilla, etc). Recomendada para todas las áreas residenciales privadas, con excepción de cocinas y accesos principales.
Residencial general: Baldosas cerámicas esmaltadas, recomendada para todas las áreas residenciales privadas, incluidas cocinas y terrazas. Además para habitaciones de hoteles, con sus respectivos servicios, cuartos de hospitales, etc.
Porcelanatos de alta calidad: Son adecuados para pisos y muros interiores y/o exteriores. Recomendados especialmente para áreas públicas y de gran tránsito.