Ya sea para colocarla a la orilla del mar, ponerla en tu terraza o colocarla junto a la piscina, las sombrillas son las mejores aliadas contra los rayos solares y el calor sofocante.
Con el calor insoportable que hace, los elementos básicos para ir a la playa ya no son sólo el traje de baño y el protector solar, sino que se agrega la sombrilla, que ahora se convertirá en una fiel compañera para evitar las insolaciones y por supuesto, para poder disfrutar de una jornada agradable.
En primer lugar, a la primera cualidad a la que hay que estar atentos es a la comodidad. Ni muy grande ni muy pequeña, se trata de que te proteja y de que puedas moverte sin temor a que el sol te dé de lleno y te quemes, pero que tampoco necesites tres personas para trasladarla. El parámetro que puedes usar para ver cómo te resultará es si la puedes cargar en los hombros. Sino, no sirve.
También es importante que no sea de plástico. Las clásicas lonas, duraderas, aunque poco resistentes al agua o materiales como el PVC, resistente a la vida a la intemperie y con gran capacidad de absorción, se han mejorado. Ahora, las fibras se tiñen en masa, para que no se decoloren e incorporan tratamientos que repelen el agua, antimanchas o antimoho.
El color (a veces) también importa, y baja grados en función de si eliges tonos claros u oscuros. Así, colores como negros o marrones pueden suprimir hasta un 80% de radiación solar; si se trata de amarillos o crudos, “sólo” un 60%.
No es un detalle menor el material con que está elaborado el palo de la sombrilla. No da lo mismo cualquier cosa y el más recomendado es de madera, que tiene una buena resistencia al viento.
Y por último y lo más importante, ¿Cómo se coloca? No es mucha ciencia, pero tampoco es cosa de clavar la sombrilla y listo. En primer lugar, se recomienda hacer un pozo con el palo mismo de la sombrilla y luego mover de un lado a otro para asegurarnos de que tenga cierta profundidad. La profundidad tiene que ser como mínimo del largo del antebrazo.
Cuídala, así sobrevivirá todo el verano en perfecto estado y podrás usarla en el siguiente. Para ello, ciérrala cuando no la uses, si se moja, déjala abierta hasta que se seque y si hace viento, no la abras, ya que puede salir volando.