El fundamento principal de este concepto de jardinería es la creación de espacios verdes debidamente acondicionados a zonas secas sin desperdiciar ni una gota de agua.
La xerojardinería, aunque muy adecuada para climas secos, es también un concepto perfectamente compatible con cualquier otra zona climática ya que igualmente supone un ahorro en la factura del agua, un dato interesante en cualquier caso. En consecuencia, se trata de un tipo de jardinería que propone un enfoque mucho más respetuoso con el medio ambiente.
Está demostrado que un jardín diseñado y mantenido con criterios de uso eficiente del agua consume apenas una cuarta parte del agua de riego que se gasta en un jardín convencional. Un xerojardín aporta también un mejor equilibrio ecológico y un mantenimiento mínimo, requiere menor necesidad de productos fitosanitarios y menos maquinaria de jardín, a la vez que promueve el uso de materiales reciclados.
La xerojardinería apareció en Estados Unidos en la década de 1980, a consecuencia de una sequía prolongada en los estados de la costa oeste que supuso importantes daños económicos. A raíz de estos acontecimientos se puso de manifiesto la necesidad de buscar un modelo alternativo que se pudiera ajustar a condiciones climáticas más extremas, formulándose unos principios de diseño y concepción del jardín que se denominaron xeriscape.
Según el National Xeriscape Council de Estados unidos, la xerojardinería se basa en 7 pilares fundamentales:
1. Planificación y diseño adecuados. Los ambientes se diferencian según el agrupamiento de especies y se organizan conforme a las necesidades de agua de cada una. Se distinguen tres ambientes: seco, semi-húmedo y húmedo. Como herramientas de apoyo al diseño del espacio, se han de usar elementos que den sombra como un arbolado, toldos de protección o pérgolas, de forma que las plantas nuevas queden protegidas de la deshidratación.
2. Análisis y mejora del suelo. El conocimiento previo de las características del suelo es de vital importancia para la correcta elección de las especies. Para ello es conveniente hacer un análisis completo que determine la textura, el pH, la materia orgánica, la salinidad, la profundidad y los nutrientes minerales, para poder aplicar las medidas correctoras necesarias o para escoger las especies adecuadas al suelo existente.
3. Selección adecuada de plantas. Es fundamental para el éxito del jardín. Se han de emplear solo especies bien adaptadas al clima y al suelo en cuestión. Estas pueden ser autóctonas u otras plantas ornamentales resistentes a la sequía y bien aclimatadas a las condiciones locales.
4. Practicidad en las superficies de césped. El césped es un concepto restringido a áreas de mayor uso recreativo, como en la periferia de una piscina o un área central de juegos. En caso de ser considerada su instalación, se debe optar por especies y variedades resistentes a la sequía.
5. Sistemas eficientes de riego. El riego localizado por goteo es aquí imprescindible para aportar a pie de planta las necesidades hídricas mínimas requeridas para su desarrollo.
6. Uso de mulching o acolchados. Esta técnica permite reducir sustancialmente la evaporación del agua del suelo, manteniendo eficientemente la humedad constante, importante para el desarrollo de las plantas.
7. Mantenimiento adecuado. El mantenimiento requerido en este tipo de jardines es escaso, no obstante existen unos requisitos mínimos para que las plantas se mantengan en buen estado y se desarrollen. El hecho de que esté compuesto por plantas muy resistentes significa que estarán más protegidas frente a enfermedades y plagas. Por otro lado, su bajo consumo de agua y bajo requerimiento en fertilizantes proporcionará a las plantas un crecimiento más lento, por lo que la exigencia de podas y limpieza de malas hierbas será menor.
Las operaciones de mantenimiento se limitarán en consecuencia a conservar el aspecto general del espacio en buenas condiciones, mediante riegos, fertilización con abonos de lenta liberación, poda y control de infestantes, si hay necesidad ocasional.