Más del 50% de las personas que están en una relación de pareja y tienen cuentas bancarias conjuntas, también tienen sus cuentas individuales.
Hablar abiertamente de dinero incomoda a la mayoría, pero resulta innegable que su uso racional y justo también ayuda a que la vida sentimental se desarrolle satisfactoriamente. Hace una década, las parejas combinaban sus finanzas tan pronto formaban un nuevo hogar. Hoy, las finanzas de las personas casadas no es un tema tan sencillo. Hipotecas, facturas y otros gastos comunes habrán de abonarse de acuerdo a la fórmula que cada pareja decida adoptar, ya que no hay recetas universales para la economía doméstica. Cada familia y sus circunstancias determinarán la mejor manera de hacerlo, y para ello resultará de gran ayuda conocer las diferencias, ventajas y desventajas de las cuentas bancarias comunes.
Varios consejeros matrimoniales y planificadores financieros ven el aprender a manejar el dinero en forma conjunta como un paso crucial para convertirse en una pareja funcional, por lo que incluso las parejas que se mantienen firmes sobre el control de su propio dinero pueden beneficiarse de ciertos tipos de cuentas compartidas.
Cuentas conjuntas
Todos los ingresos de ambos miembros de la pareja van a parar a una misma cuenta, donde ambos miembros conocen cuánto dinero entra, cuánto sale y qué gastos domiciliados son los que se cargan. La desventaja de este sistema, es que un miembro de la familia debe dar explicaciones cada vez que hace un gasto considerable, y aunque no se le pidan explicaciones, la otra persona tiene el control. Incluso no puedes hacerle un regalo sorpresa a tu pareja sin que antes haya visto un retiro de dinero o un cargo de tarjeta de crédito.
En ocasiones un miembro de la familia, como es normal, suele ingresar más dinero que el otro, y precisamente el que menos ingresa, podría hacer más gastos.
En definitiva, ambos miembros del matrimonio pierden su control financiero de cara a un plan de ahorro individual. La mayoría de las personas divorciadas, se arrepienten de haber tenido cuentas conjuntas, pues después encuentran ciertos problemas y cierto daño en sus finanzas, sobre todo cuando uno era más consciente del ahorro que el otro.
Cuentas separadas
Las cuentas separadas ayudan a personas que eran independientes financieramente a mantener un cierto nivel de autonomía hasta que se ajustan a la nueva situación. El tiempo de ajuste puede ser amplio si cada persona tiene un estilo de gestión del dinero, por ejemplo, uno gasta mucho y el otro ahorra más.
Una cuenta separada no implica una falta de confianza en su pareja, ni tiene por qué ocultarse su existencia. Tener una cierta libertad para ahorrar o gastar el dinero propio a discreción puede evitar muchas discusiones.
La combinación de cuentas conjuntas y cuentas separadas es igualmente beneficiosa y aplicable a las parejas en las que uno de ellos no tiene ingresos propios. Dedicarse a las labores de casa y al cuidado de los niños es un trabajo tan importante y significa una aportación crucial a la familia. Sería una injusticia y el origen de mucho resentimiento si el miembro de la pareja que queda al cuidado del hogar tuviera que pedir dinero para cualquier gasto personal. Mantener una cuenta separada para cada cónyuge es una forma de reconocer y respetar las aportaciones de cada uno.
Lo ideal es que las parejas tengan un presupuesto compartido de gastos familiares y objetivos financieros. Cada uno debe definir su estrategia para lograr esos objetivos desde su posición. Da igual si las cuentas están a nombre de los dos o cada uno tiene la suya siempre que haya diálogo y se establezca cómo puede contribuir cada uno dependiendo de sus ingresos.