Lejos de tratarse de seres rústicos, nuestros antepasados, tenían un profundo conocimiento del concepto artístico, para expresarse en una cueva.
No había un explorador buscando la cueva con un plano secreto, ni una tribu persiguiéndole, o una antiquísima secta que protegiera el lugar, como en cualquier película o libro. Fueron el azar y el olfato de ‘Robot’, el perro de Marcel Ravidat, los que llevaron a descubrir el lugar.
En septiembre de 1940, ‘Robot’ descubrió un pequeño hoyo en la ladera de la colina de Lascaux. Pocos días después, Marcel, junto con sus amigos, hizo más grande el agujero y se coló en la sala de uno de los museos de arte más antiguos del mundo.
En 1948, se abrió al visitante, sin embargo, el calor humano y la luz artificial, empezaron a dañar las valiosas pinturas.
En el año 1963, se decidió cerrar al público, para evitar que se acabaran de destruir. Para que todo el mundo la pudiera disfrutar, en el año 1983, se abre Lascaux II, en el que se encuentran reproducidas el 40% de las pinturas de la cueva original.
Muchos estudiosos han analizado la riquísima decoración rupestre de Lascaux. Las cifras son apabullantes. En los ochenta metros de longitud de la cueva, se han catalogado 1.963 unidades gráficas, entre pinturas y grabados, de las que 915, casi la mitad, son de animales, si bien sólo se identifican con precisión 615.
Se encuentran 364 representaciones de caballos, 90 de ciervos, unos pocos toros y bisontes.
Lascaux, atesora casi la décima parte de todas las manifestaciones gráficas paleolíticas inventariadas en Francia, y desde el principio, aspira, junto con Altamira, al título de ‘Capilla Sixtina del arte prehistórico’.
La cueva de Lascaux no era un simple refugio, sino que era más bien una especie de santuario, un lugar sagrado.
Siempre se pensó que las pinturas estaban ligadas a la caza, pero lo cierto es que los animales representados, no eran los que más les servían de comida, ya que normalmente se alimentaban de renos. La pintura revela las técnicas empleadas que no difieren de las actuales, como degradado cromático, coloración parcial de patas, vientres y hocicos.
Por sobre todo, indican un profundo conocimiento de la ‘animación de imágenes’, ya que descomponían el movimiento en series.