El 15 de mayo de 1918, se celebró por primera vez en México el Día del Maestro. La iniciativa fue presentada por los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca Lobatón, quienes propusieron al presidente Venustiano Carranza que fuera establecido un día dedicado a los maestros.
Se eligió el 15 de mayo para celebrar el “Día del Maestro” por que en 1950; San Juan Bautista de la Salle sacerdote y pedagogo francés que fue declarado patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la juventud y Patrono universal de los educadores por el papa Pío XII (1876-1958), Juan Bautista de la Salle fue el personaje central en la historia de la educación religiosa.
Ser maestro no es un trabajo fácil, se necesitan mucho esfuerzo, paciencia, dedicación, compromiso y responsabilidad para poder educar, formar y orientar, y para lograrlo se necesita además de la ayuda de los maestros la de los papás y la ayuda de los mismos estudiantes. El aula no es el único espacio físico que permite al maestro volcar en el alma y en la mente de niños y jóvenes, conocimientos, enseñanzas y valores.
La labor del maestro propicia el desarrollo de las capacidades, habilidades y aptitudes del educando que inciden en la formación del ciudadano mexicano. El maestro también es formador de conciencias, es promotor social, es actor que con su ejemplo invita a la superación personal y a la solidaridad. Lucha contra la ignorancia y aporta elementos que disminuyen el rezago educativo de nuestro país.
Cada maestro, urbano o rural; de enseñanza básica o media y media superior enfrenta con humanismo la tarea que a sí mismo se ha impuesto y que la nación le ha encomendado.
“Dar amor constituye, en sí, dar educación”