Inscrito en 2009, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Este arte se originó hace más de 1300 años, y es de las artes más antiguas de la danza y la música en la prefectura de Akita.
El Bugaku es una música y danza ritual, que se celebra en la ciudad de Hachimantai, al norte del Japón. El 2 de enero, los miembros de cuatro comunidades se dan cita para marchar en procesión hasta el santuario. Una vez allí, ejecutan desde el alba hasta el mediodía, nueve danzas sagradas, que son rogativas, implorando felicidad para el Año Nuevo.
Según la leyenda, unos artistas itinerantes de Bugaku, representación ritual de música y danza del Palacio Imperial, actuaron en la ciudad de Hachimantai, situada al norte del Japón, a principios del siglo VIII, en tiempos de la reconstrucción del Dainichi Do, el pabellón del templo. De ahí el nombre de ‘Bugaku del Dainichi Do’, utilizado para denominar esta expresión artística que, con el correr del tiempo, evolucionó considerablemente y se enriqueció con aportaciones autóctonas transmitidas a los jóvenes por sus mayores en el seno de las comunidades locales de: Osato, Azukisawa, Nagamine y Taniuchi.
Algunas de esas danzas, son interpretadas por bailarines con máscaras, entre las que figura la del mitológico ‘león shishi’, y otras por niños, en función de las variantes específicas de cada comunidad. La práctica de este ritual, ahonda el sentimiento de pertenencia a la comunidad, tanto entre los participantes, como entre los numerosos vecinos de la ciudad que acuden cada año a participar en esta celebración tradicional. Reinstaurada después de una interrupción de sesenta años, ocurrida a finales del siglo XVIII, la tradición del Bugaku del Dainichi Do, no sólo es un motivo de orgullo para los habitantes de Hachimantai, sino que además constituye la médula espiritual de la solidaridad entre ellos.