El pintor noruego Edvard Munch, es considerado un precursor de la tendencia expresionista en el arte moderno.
Como uno de los pioneros del expresionismo noruego, el pintor Edvard Munch, es conocido por sus profundas exploraciones del alma humana. Su cuadro más famoso, ‘El grito’, es una pieza clave en la historia del arte. Desde su creación en 1893, esta pintura se ha convertido en un símbolo del sufrimiento y la angustia humana, pero la gente no suele saber mucho acerca del hombre que la creó.
Entonces, ¿quién fue Edvard Munch, y qué lo llevó a crear una pieza tan poderosa? Un pionero de su época, este talentoso artista fue a menudo malinterpretado por los críticos, quienes se escandalizaban por sus oscuras representaciones de la vida y la muerte. Pero, como suele suceder con los visionarios, Munch perseveró, y llegó a convertirse en un artista célebre al final de su vida.
SU INFANCIA ESTUVO MARCADA POR ENFERMEDADES
Las enfermedades tuvieron un profundo efecto en la infancia de Munch y serían una constante durante toda su vida. De hecho, una vez escribió: ‘La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles negros que vigilaron mi cuna y me acompañaron toda mi vida’. Munch no solo perdió a su madre y a su hermana a causa de la tuberculosis -su madre murió cuando tenía 5 años y su hermana cuando tenía 14- sino que también era un enfermo crónico. Esto lo mantuvo fuera de la escuela y aislado durante gran parte del invierno, y fue así que el dibujo se convirtió en una salida emocional.
Además, a otra de sus hermanas le diagnosticaron una enfermedad mental a una edad temprana y su hermano murió poco después de casarse. Este ambiente daría forma a las sensibilidades macabras de Munch, en la edad adulta.
SU FAMILIA NO ESTABA DE ACUERDO CON QUE SE DEDICARA AL ARTE
El padre de Munch, Christian Munch, era médico e hijo de un sacerdote. Como un hombre muy religioso, estaba decepcionado por la decisión de su hijo de dejar la escuela técnica, ya que veía la pintura como una profesión ‘perversa’. Aunque la familia de Munch se sentía incómoda con sus decisiones profesionales y no estaba de acuerdo con los círculos bohemios que frecuentaba, él aun así dependía de ellos. Sin embargo, la relación de Munch con su padre siguió siendo tensa, y sólo se exacerbó por la temática de sus pinturas. Por ejemplo, su obra de 1886, ‘La niña enferma’, basada en la muerte de su hermana, fue recibida negativamente no sólo por los críticos, sino también por su familia. Más tarde, tras la muerte de su padre, Munch asumió la responsabilidad financiera de mantener a su familia, algo que le pesaba mucho.
LOS VIAJES MOLDEARON SU OBRA
El arte de Munch prosperó cuando empezó a viajar, empezando por París, durante la Feria Mundial de 1889. Fue allí donde conoció el trabajo de tres artistas que influirían mucho en su uso del color: Paul Gauguin, Vincent van Gogh y Henri de Toulouse-Lautrec. También comenzaría a experimentar con el grabado, después de ver el trabajo de Gauguin y el artista alemán Max Klinger.Los grabados en madera de Munch, lo convertirían en un pionero del grabado noruego.
Munch se mudó más tarde a Berlín, donde se relacionó con un círculo internacional de creadores. Mientras vivía en Berlín, concibió y esbozó la mayoría de sus ideas para ‘El friso de la vida’, que sería su ciclo de obras más significativo.
Su estilo también maduró durante su estancia en la capital alemana, y es así como comenzó a inclinarse por composiciones que exploraran diferentes condiciones psicológicas. De hecho, mientras estaba en Berlín, fue que Munch creó varias versiones de ‘El grito’.
EL GRITO ESTUVO INSPIRADO EN UNA ALUCINACIÓN
Gritando en desesperación y agonía, la figura en ‘El grito’, de Munch, ha resonado con el público desde que fue creada, en 1893. Al representar un aspecto perturbador de la condición humana, Munch usó su propio dolor para conectarse con los otros.
En su diario, Munch escribió sobre su inspiración para la famosa pintura. ‘Una tarde estaba caminando por un sendero, la ciudad estaba a un lado y el fiordo abajo. Me sentía cansado y enfermo. Me detuve y miré hacia el fiordo- el sol se estaba poniendo y las nubes se tiñeron de rojo sangre. Sentí un grito infinito que pasaba por la naturaleza; me pareció oír el grito. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre real. El color gritaba. Esto se convirtió en ‘El grito’.
PASÓ 8 MESES EN UN HOSPITAL PSIQUIÁTRICO
Dada la tumultuosa vida y los problemas de Munch, no debería sorprender que sufriera de problemas de salud mental. En 1908, las cosas llegaron a un punto crítico. Después de sufrir alucinaciones, tuvo un colapso nervioso y se internó en un hospital psiquiátrico. Pasó 8 meses bajo tratamiento, antes de ser dado de alta, y regresar a casa. Tras su salida del hospital, comenzó a pintar de nuevo, y su trabajo adquirió un nuevo tenor. Brillantes y optimistas, sus pinturas posteriores fueron bien recibidas por el público, y los museos comenzaron a comprar su obra. Este fue el periodo de mayor éxito financiero para Munch, y finalmente fue capaz de mantener a su familia como siempre había querido.
LOS NAZIS CONFISCARON BUENA PARTE DE SU TRABAJO
Los cuadros de Munch fueron clasificados como ‘arte degenerado’ por los nazis, que confiscaron las 82 piezas suyas, que se encontraban en museos alemanes. De esas pinturas, 71 fueron eventualmente devueltas a Noruega a través de coleccionistas, mientras que 11, nunca fueron recuperadas.
Curiosamente, el partido nazi organizó el funeral de Munch -Noruega estaba bajo el dominio nazi al momento de su muerte- en 1940. Fue una decisión extraña que llevó al público a creer que el artista era un simpatizante de los nazis, algo que no podría estar más lejos de la verdad.