La historia de esta popular marca escocesa no sólo es la de un hombre que dio origen a un proyecto ambicioso, sino la de una dinastía que a lo largo de casi 200 años se ha encargado de perfeccionar un arte.
El año era 1819, y el padre de John Walker acababa de morir. Un comienzo difícil para un humilde joven campesino. En ese año, la granja de la familia había sido vendida y el dinero había sido usado para establecer su propia tienda de abarrotes en el pueblo de Kilmarnock. John tenía un don natural para los negocios, y también tenía un talento para el whisky.
Una de las cosas que empezó a llamar la atención de Johnnie, eran las maltas locales que por aquel entonces los bodegueros del pueblo ofrecían, las cuales a su juicio, no eran lo suficientemente buenas. Con esto en mente, John empezó a mezclar diferentes maltas con el fin de ofrecer a sus clientes un producto consistente y único. Esta nueva propuesta además de tener gran acogida y mostrar ser un buen negocio, se convertiría en un arte que pronto se haría muy popular y daría paso a toda una industria de emprendedores destileros entre los cuales John, lograría prosperar.
La expansión del negocio empezaría en 1843, con la llegada del tren a Kilmarnok, con lo cual John empezaría a ampliar sus fronteras más allá de Escocia.
Cuando John murió en 1857, fue su hijo Alexander Walker, quién se encargó de seguir con el negocio, centrándose especialmente en el whisky. Y en 1865, nacía Walker’s Old Highland, su primer blend, registrado dos años más tarde.
Alexander, decide que la única forma de tener presencia en varios mercados a la vez, es ofreciéndole a los capitanes de los barcos cargueros ser sus representantes, dándoles una comisión por la venta de cada botella de whisky. En 1870, creó la famosa botella cuadrada, tal y como se conoce hoy en día, para hacer que se quebraran menos envases durante los viajes en barco y poder llevar mayor cantidad de estos por embarque, seguidamente, Alexander colocaría a éstas, una etiqueta inclinada en un ángulo exacto de 24 grados, lo que permitía una letra más grande y lograba dar mayor visibilidad de marca.
En 1889, era el turno de Alexander de heredar el apellido Walker, dejando la compañía a sus hijos Alexander II y George. El primero un maestro mezclador, y el último un maestro en los negocios.
En 1909, Alexander y George renombraron su exitosa y nueva variedad de whiskies con los colores de sus etiquetas icónicas. Así, Johnnie Walker Red Label y Johnnie Walker Black Label habían nacido.
Fue durante esta época que el ilustrador más reconocido del momento, Tom Browne, esbozó una idea para un logo. Alexander y George adoptaron al Caminante, inmediatamente. De golpe, John Walker, el tendero Victoriano, se convirtió en Johnnie Walker, el dandy Eduardiano.
Durante la I Guerra Mundial, la producción de Johnnie Walker, se vio limitada, mientras Alexander Walker II, y James Stevenson, supervisaban la producción de munición. En este momento, desapareció Johnnie Walker White Label, su expresión de 6 años, que no se volvió a producir.
En 1920, el whisky Johnnie Walker, estaba en 120 países. A medida que el siglo avanzaba, se convirtió en parte de la cultura global: inmortalizado por cantantes y cineastas, idolatrado por socialités y estrellas de cine, disfrutado por políticos, y caminando hombro a hombro con los grandes deportistas, y mujeres de la época.
El 1 de enero de 1934, a John Walker & Sons, le fue otorgada una Garantía Real por el Rey George V, para abastecer de whisky a la Casa Real. Hoy, todavía mantenemos una Garantía Real.
Hoy en día, y cerca de cumplir 300 años, Johnnie Walker se ha convertido en el whisky escocés más vendido del mundo. La marca actualmente posee una gama básica de 8 whiskies diferentes (sin contar todas las ediciones especiales).
Johnnie Walker es la marca de whisky más grande del mundo, y su eslogan ha sido adoptado y acuñado en todas partes como un grito de batalla para inspirar el progreso, como coraje en la adversidad, como una expresión de alegría y optimismo, y como el mejor consejo que alguien siempre está dispuesto a recibir.