Nuevas investigaciones revelaron que las plataformas de hielo flotante de la Antártida están disminuyendo de espesor, especialmente en la última década.
El avance del cambio climático nos lleva a un punto de no retorno, eso es bien sabido. No por ello, sin embargo, resulta menos dramático, y las consecuencias pueden adoptar un sinfín de formas, entre ellas los eventos extremos.
El derretimiento del hielo de la Península Antártica en el período de los meses de verano se ha intensificado casi 10 veces desde hace 600 años, destacándose en ello las últimas cinco décadas.
Según un nuevo estudio que revisa y actualiza los datos de trabajos anteriores, el fenómeno no se producirá en miles de años, tal y como creíamos, sino en apenas unas décadas.
El casquete polar situado en la parte occidental de la Antártida, considerada un punto crítico del que depende la civilización podría derretirse si el cambio climático sigue avanzando como hasta ahora.
No es la primera voz de alerta al respecto. Que la Antártida sea un punto tremendamente vulnerable en el actual contexto del cambio climático y, en general, ambos polos, no es nada nuevo. La gran diferencia que se observa en los últimos estudios es de tiempo.
Lo que temen los científicos es que al nivel de calentamiento en que está hoy en día la Península Antártica, una región montañosa que se extiende al norte, hacia América del Sur, bastaría un pequeño aumento de temperatura para causar aún mayores derretimientos de los previstos y contribuir directamente a la elevación del nivel del mar.
Los climatólogos están de acuerdo en que la Tierra se ha calentado y enfriado de forma natural a través de su historia, sin embargo ahora existe un nuevo factor que interviene en el ciclo: los humanos.
Los gases de efecto invernadero, los aerosoles (partículas contaminantes transportadas por el aire), y otros cambios provocados por los humanos, hacen que el ciclo natural del clima no se produzca de igual forma que en el pasado.