El sueño ha sido, y sigue siendo uno de los enigmas de la investigación científica, y aun al día de hoy, se tienen grandes dudas sobre él.
El sueño es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales, para un pleno rendimiento. Sin embargo, a pesar de décadas de estudios científicos, aún no hay un consenso sobre exactamente por qué es tan importante dormir.
Se ha encontrado que tiene muchos beneficios, que ayudan a procesar los recuerdos, y a mantener nuestras vidas sociales, y emocionales por buen camino.
Lejos de guardar reposo, el cerebro trabaja intensamente durante los sueños. Incluso en las fases más profundas, cuando hay ondas lentas, la actividad no se detiene ni por un segundo. Lo que sí ocurre es que en algunas fases del sueño, hay ciertas regiones cerebrales que trabajan de una manera más lenta y coordinada. Sin embargo, durante la llamada fase REM, se produce un verdadero estallido de actividad. De hecho, si se hace un encefalograma durante esa etapa, se encuentra que presenta un patrón muy parecido al que se encontraría si se lo hiciera a una persona despierta.
Durante los sueños, no solo se visualizan escenas y personajes, sino que también se experimentan muchas emociones. Eso queda plenamente demostrado en la amplia investigación que hizo Calvin Hall, sobre los soñadores. Este investigador, logró recopilar 50.000 relatos relacionados con los sueños.
Como era de esperarse, corroboró que mientras se duerme, se experimentan toda suerte de emociones. Sin embargo, lo sorprendente es que la emoción más referida fue la de la ansiedad. Y había un claro predominio de otras emociones negativas, como el miedo, y la ira, durante los sueños.
La ciencia todavía no ha desentrañado todos los enigmas y curiosidades sobre los sueños. Es más, ni siquiera ha logrado dilucidar las razones exactas por las que se duerme y se sueña. Ya se sabe que no es para descansar, en todo caso. Por eso, el mundo de los sueños sigue siendo un reino desconocido, al que se entra y del que se sale diariamente, sin darse cuenta de su prodigio.