Es considerado como uno de los acontecimientos claves que condujeron al estallido de la Revolución Francesa en 1789.

En 1784 Louis René Édouard de Rohan, Cardenal de Francia; intenta hacerse un hueco en la corte de Versalles. Su mayor obstáculo es la madre de la Reina, quien ha impedido que acceda al círculo de amistades más cercano a ella. Por lo que, María Antonieta de Francia, aconsejada por su progenitora, ha evitado a Rohan durante diez años.

Es en este punto, cuando aparece Jeanne de la Motte, de veintinueve años y con un árbol genealógico que se remonta a un bastardo de Enrique II de Valois. La joven Condesa no había pasado desapercibida a los ojos del Cardenal Rohan quien, de hecho, en poco tiempo comenzaría una relación con ella. Así, Rohan, que era bastante ingenuo, le confiesa que su sueño sería conocer en persona a María Antonieta. 

La Condesa de La Motte ve en ese instante, la oportunidad de enriquecerse con la ambición del Cardenal, tramando un plan en torno a un collar con el cual abandonaría definitivamente sus penurias económicas.

En los meses previos al escándalo, la Condesa de La Motte había conocido en la corte, a un joyero llamado Charles Boehmer, que había elaborado un espectacular collar de diamantes para Madame du Barry, amante de Luis XV. Sin embargo, la muerte del Rey en 1774, había significado la negativa de la Corte a pagar la pieza, de una belleza y valor espectaculares. Luis XVI se lo quiso regalar a la ‘sultana del mundo’; pero ésta declinó el ofrecimiento de su marido con la famosa frase: ‘tenemos más necesidad de un barco, que de una joya’. El collar tenía un precio de millón ochocientas mil libras.

Es así que, para llevar a cabo su plan, la Condesa organiza el 11 de agosto de 1784 un montaje: contrató a una prostituta de alcurnia llamada Nicole Leguay, que se hacía conocer como Baronesa D’Olive y que guardaba un parecido sorprendente con la soberana, concertando entre ambos un encuentro nocturno en los jardines de Versalles. La supuesta María Antonieta, tranquilizó al Cardenal sobre su situación.

La Condesa acude a su amante Rohan para comunicarle que la Reina desearía comprar de forma secreta el collar, sugiriéndole además que si quiere ganarse su simpatía debería ser él el que intermediara en la operación. Rohan, convencido del relato de su amada, se dirige de inmediato a Boehmer que, con la esperanza de que la Reina pague la carísima pieza, no duda en suministrarle el collar.

La Motte presentó a los joyeros y a Rohan una copia del contrato firmado por la reina. Este contrato que era falso, sirvió para que le entregaran el collar a la Motte y que ésta y su esposo, se fugaran a Inglaterra donde se deshicieron del collar, vendiendo los diamantes a los joyeros ingleses. El problema llegó cuando hubo que hacer frente a los primeros plazos por parte de la Reina.

Debido a la falta de pago por parte del Cardenal, los joyeros se presentaron en palacio a denunciarle. Cabe imaginar la estupefacción de María Antonieta al oír su relato.

Ante la enormidad de la estafa que amenazaba con comprometerla, María Antonieta se convenció de que el Cardenal se había servido de su nombre para robar el collar y conseguir pagar con lo obtenido por la venta de los diamantes; las muchas deudas que, como era sabido, le afligían. La consecuencia fue que Luis XVI hizo encarcelar a Rohan en la Bastilla y remitió el caso al Parlamento.

El Cardenal fue juzgado ante el Parlamento de París en mayo de 1786. Contra toda expectativa, es declarado inocente. Madame de La Motte y sus cómplices, son detenidos y juzgados. Ésta es marcada a fuego con la V de voleuse (ladrona). El juicio se convirtió en un escándalo popular, porque el Cardenal de Rohan era una persona muy querida, y todos le consideraban víctima de la malvada María Antonieta, y más aún cuando el tribunal le declaró inocente, pero el Rey ordenó su destierro.

Rohan mantuvo siempre que se había reunido con la Reina en Versalles, mientras que la Condesa de Lamotte afirmó que el collar estaba en manos de la soberana, y que era ésta la que estaba detrás de toda la trama. El efecto sobre la reputación de la Reina María Antonieta, fue gravísimo.

Este escándalo indignó de manera profunda a la sociedad francesa, y marcó irreparablemente el prestigio que le quedaba a la monarquía. La torpe gestión que hizo la monarquía con todo este tema, hizo ver a la gente que, mientras el país atravesaba una profunda crisis económica y el pueblo pasaba hambre, los nobles se dedicaban a despilfarrar millones en sus caprichos y enredos. Además, la nobleza francesa odiaba a María Antonieta (austríaca de nacimiento) y el juicio cobra tintes políticos que van más allá del asunto del collar.