Son una formación geológica muy inusual y, por ello, uno de los mayores atractivos turísticos de Filipinas.
En el mundo hay formaciones curiosas y fenómenos naturales extraños que captan nuestra atención. Y ‘Las Colinas de Chocolate’ no son la excepción.
Ubicadas en Bohol, Filipinas, las también llamadas ‘The Chocolate Hills’, son cerca de 1800 colinas y reciben su particular nombre porque su cobertura de hierba verde adquiere un color marrón cuando se seca entre diciembre y mayo. El sitio ha sido reconocido por la Unesco y es una de las atracciones turísticas más populares de Filipinas.
¿CÓMO SE FORMARON?
La teoría más aceptada sostiene que los componentes que las forman se depositaron en el mar por la acumulación de esqueletos calizos de organismos marinos como los corales. Se estima que ocurrió hace cinco millones de años y que a causa de procesos tectónicos, la roca calcárea fue fracturada y elevada sobre el nivel del mar. También se cree que los ríos, las cuevas y los manantiales subterráneos jugaron un rol en la forma cónica de las colinas.
Pero además de su origen científico, también se crearon leyendas acerca de estas peculiares formaciones.
Dentro de las leyendas populares más curiosas, una sostiene que dos gigantes fueron a batalla en la antigüedad, arrojándose piedra y arenas por días. Cuando hicieron las paces, por estar muy cansados para seguir peleando, abandonaron la isla, dejando atrás un desorden que derivó en estas formaciones.
Otra de las leyendas sostenía que un joven gigante, de nombre Arogo, se había enamorado de una joven mortal llamada Aloya. Cuando Aloya murió, el gigante lloró y lamentó tanto que sus lágrimas cubrieron el paisaje y se convirtieron en colinas.
Mientras que otra historia cuenta que el oro enterrado de la tierra bíblica de Phir se encuentra debajo de estas colinas, que fueron diseñadas para alejar a los buscadores de oro.
Las leyendas populares son parte del encanto del lugar, y más allá de la explicación científica de este fenómeno, sigue siendo un lugar misterioso e increíble. ¿Visitaría ‘Las Colinas de Chocolate’?