Los hermanos Lumière, son conocidos como los precursores del cine, por realizar las primeras proyecciones de imágenes en movimiento.
Los hermanos franceses Auguste y Louis Lumière, son conocidos históricamente como los precursores de la auténtica cinematografía, por realizar las primeras proyecciones de imágenes en movimiento conocidas en el mundo. Gracias a los inventos que ingeniaron, se desarrolló lo que actualmente se conoce como las películas del cine moderno, pero muy pocos saben la historia detrás de este suceso.
En 1881, con apenas dieciséis años, Louis, había hecho algunas pruebas para detener el movimiento en las fotos. Acababa de inventar la instantánea que captaba el instante, y su luz fugaz.
En apenas una década, los Lumière, construyeron la mayor fábrica de fotografía de Europa, y crearon una marca de placas fotográficas con su nombre, que recibió el nombre de ‘Etiqueta Azul’, por el color de la caja. La venta masiva de sus productos les hizo rápidamente ricos, y permitió a los hermanos, dedicarse a la investigación.
Unos 14 años después, inventaron el cinematógrafo, que fue una caja de madera que al proyectarse fijamente contra una pared, reproducía imágenes en movimiento, por medio de una película perforada de 35 milímetros que tardaban menos de un minuto. Este artefacto, tuvo tres versiones anteriores al que es conocido, estas no fueron lanzadas al mercado, hasta ser perfeccionadas para lograr la mejor calidad.
Louis y Auguste Lumière, consiguieron, tras muchos intentos fallidos, presentar en público su invento, ofreciendo la primera proyección cinematográfica la noche del 28 de diciembre de 1895: se organizó una demostración de pago en los bajos del Grand Café de París, organizada por Clément Maurice. A este evento se presentaron 33 personas.
El primer cortometraje se titulaba ‘La salida de los obreros de los talleres Lumière’, y recogía una instantánea de la realidad. Otras películas fueron ‘La llegada de un tren a la estación’ y la divertida ‘El regador regado’.
El público se sentía fascinado en aquella atmósfera de maravilla, creada por el artilugio de los hermanos Lumière, cuando veía el tren que expulsaba humo, y a los viajeros bajar y subir como si estuvieran ‘allí mismo’, y se divertía con el gracioso jardinero, que en vez de regar las flores se regaba a sí mismo. El entusiasmo fue inmediato y espectacular.
Para los espectadores de aquella velada, el cine fue una maravilla de la técnica. Entre el público también habían periodistas; uno de ellos comentó que el espectáculo era de una autenticidad increíble, otro escribió: ‘Este es uno de los momentos más extraordinarios de la historia de la humanidad’.
El éxito fue inmediato y clamoroso. Las películas de los Lumière, dieron la vuelta al mundo desde 1896, llevando a todos los lugares, el conocimiento de su extraordinario invento. Así nació la industria cinematográfica, y con ella una nueva forma de expresión artística.