¿Te ha pasado que estás conversando con alguien que le presta más atención a su teléfono que a ti? Esa actitud es el “Phubbing”, que vendría a ser “desairar con el teléfono”, y se ha extendido de tal forma gracias a los smartphones y la conectividad constante, que ya se han creado movimientos para contrarrestarlo.
El “Phubbing” es, a grandes rasgos, la práctica de ignorar al otro mientras se presta atención al celular. No importa qué tanto crea la persona que es “multifuncional” y que puede hacer varias cosas al mismo tiempo, el Phubbing es una clara falta de respeto hacia sus acompañantes. Estados Unidos es el país donde ocurre esta práctica con mayor frecuencia, pero México no se queda atrás: es el lugar número 9 en la lista. De hecho, el único de América Latina que figura en ella.
Esta práctica masiva carecía de nombre hasta hace poco pero sus consecuencias eran apreciables por cualquier comensal. Se inició hacia el año 2007 con el nacimiento del smartphone o teléfono inteligente, que sintetizaba en pocas pulgadas la potencia de un ordenador de sobremesa. Con la posibilidad de mantenerse conectado a Internet a cualquier hora y en cualquier lugar, se generalizó esta obsesiva práctica que muchos perpetúan sin ni siquiera saberlo.
El movimiento “anti-phubbing” fue iniciado por un joven australiano de 23 años llamado Alex Haigh. Su iniciativa ha tenido tanto eco que incluso ha llegado a los titulares del diario británico The Guardian. Desesperado por ver que las relaciones sociales se desvanecían tras las pantallas de los teléfonos celulares, el joven creó un sitio web para despertar conciencia sobre el abuso del celular en entornos públicos. También tiene una página de Facebook con ideas, fotos, noticias, y propuestas.
Los promotores de estas iniciativas “antiphubbing” aseguran que casi el 90 por ciento de los adolescentes prefieren el contacto vía texto que cara a cara y que los restaurantes experimentan 36 casos de “phubbing” en cada sesión de cena, y advierten de que este fenómeno puede acabar reduciendo las relaciones sociales al intercambio de mensajes virtuales.
Quizá sea momento de reflexionar sobre esta práctica y aprender a vivir el momento, así como a escuchar a quienes nos rodean. ¿Te apuntas?