El televisor debe estar a la altura de los ojos y a una distancia que dependerá del tamaño de la pantalla.
La correcta posición del televisor implica algo más que comodidad. La salud sobre todo en relación con los ojos, pero también el cuello y otras áreas cercanas puede resultar afectada si se fija la vista durante mucho tiempo en una pantalla que está demasiado cerca o lejos o bien más alta o más baja de lo aconsejable. También se debe prestar atención a la iluminación de la estancia donde está la tele para que sea la adecuada.
Siempre se ha desaconsejado ver la tele desde una posición muy cercana. En realidad lo mejor es que esté a una distancia mínima de entre 1,5 metros y 2 metros. Pero ahora con la aparición de nuevas televisiones no es de extrañar que veamos casas con televisiones de 80 pulgadas.
El tamaño importa, y no siempre más grande es mejor. El tamaño de la pantalla tiene que adaptarse al espacio de la estancia donde se encuentre. Por ejemplo una pantalla de 20 pulgadas resulta muy pequeña si se pretende observar desde una distancia de cuatro metros. Lo único que se consigue es fatiga visual y dolor de cabeza. Algo similar ocurre al revés, si tenemos una televisión muy grande en poco espacio.
El televisor, a la altura de los ojos
Con relación a la altura, lo recomendado por los expertos es que el centro de la pantalla se sitúe a la altura de los ojos. Es decir, dependerá de la posición en la que se coloquen las personas que miran esa tele de manera habitual. Para tener una idea más o menos general, los ojos de una persona de estatura media sentada en un sillón o sofá de tamaño normal quedan a una altura desde el suelo de entre 85 centímetros y un metro. De esta manera, el centro de la pantalla debería estar dentro de ese rango de altura.
La medida mencionada anteriormente varía en el caso de colocar la televisión en un dormitorio, ya que es habitual ponerla más cerca del techo. Si es para mirar desde la cama, podemos contemplar la opción de inclinarla ligeramente gracias a su estructura de sujeción.
El televisor, en el mueble adecuado
Uno de los accidentes domésticos más temidos, sobre todo en las casas donde viven niños, es la caída del televisor. Si con los aparatos antiguos el riesgo principal se debía a las dimensiones y peso del conjunto, con los equipos más modernos hay que restar algo de peso, pero sumar mayor inestabilidad, ya que su superficie de apoyo es mucho menor. Conviene, por lo tanto, extremar al máximo posible las medidas de seguridad, tanto en relación a lo que puedan hacer los niños como a eventuales roces, debido a que estén junto a una zona de paso.
Tampoco se puede olvidar la iluminación como factor fundamental en el momento de crear las condiciones idóneas para mirar la tele sin perjudicar la salud. Para evitar los contrastes muy fuertes, que exigen forzar demasiado la vista, se debe añadir una fuente de luz suave en la estancia del televisor. La pantalla no debe ser la única luz, ni tampoco añadirse una lámpara muy potente. Esa luz suave puede provenir desde la espalda de los telespectadores, de un lateral o de la parte trasera de la pantalla, aunque en este último caso debe estar orientada en sentido opuesto, sin incidir sobre los ojos de quienes miran el televisor.