Los equinoccios ocurren cuando los rayos de sol se sitúan sobre el plano del ecuador provocando que el día y la noche tengan la misma duración.
Los equinoccios ocurren dos veces al año, uno a finales de septiembre y otro en marzo, que es el que está a punto de ocurrir.
El equinoccio ocurre cuando el Sol se encuentra a la altura del ecuador de la Tierra. Sólo dos días al año, durante el equinoccio de primavera y de otoño, es posible disfrutar de la misma cantidad de horas de luz que de oscuridad, y durante este evento, el Sol sale de manera exacta por el este para ocultarse justo al oeste. A pesar de que en ambos equinoccios ocurren los mismos fenómenos astronómicos, el de primavera es el de mayor simbolismo, pues refiere a un equilibrio entre luz y sombra.
Los equinoccios de primavera y otoño son puntos geométricos de la órbita terrestre en el que el plano ecuatorial de la Tierra pasa exactamente por el centro del Sol. Los habitantes de la línea del ecuador verán transitar el Sol por encima de sus cabezas -el cenit- justo al mediodía local.
Durante los equinoccios, el día y la noche tienen una duración muy similar, de cerca de 12 horas en todos los puntos de la Tierra. De hecho, la palabra equinoccio procede del término en latín ‘aequinoctium’ y significa ‘igual noche’. Son los dos únicos días en que todos los puntos de la Tierra reciben la misma cantidad de horas de luz.
El equinoccio de primavera puede producirse, a lo largo del siglo XXI, en tres fechas distintas, entre los días 19 y 21 de marzo. El más madrugador será el del año 2096 y el inicio más tardío se produjo en 2003. Las variaciones de un año a otro son debidas al modo en que encaja la secuencia de años según el calendario con la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol.