El Palacio de la Música Catalana, es una de las joyas modernistas, que visitar en Barcelona.
Obra de Domènech i Montaner (1908), es una de las piezas más emblemáticas del modernismo, tanto por su espectacularidad como por la estrecha síntesis de la arquitectura y las artes aplicadas. Destaca principalmente por la espectacularidad de sus formas y porla estrecha síntesis que muestra entre la arquitectura y las artes aplicadas.
La fachada, de ladrillo visto y una bella policromía que le da el revestimiento de mosaico, está presidida por una grandiosa y simbólica escultura de Miquel Blay, donde aparece Sant Jordi ondeando la bandera catalana. También son curiosas las antiguas taquillas, en el interior de las columnas.
Uno de los aspectos más llamativos del auditorio es su claraboya con forma de esfera invertida. Realizada por Antoni Rigalt i Blanch, este elemento arquitectónico mide aproximadamente 20 metros de largo, y representa un gran sol que dota a la sala de luz natural.
La temática floral que adorna varios lugares del palacio, las figuras con el cuerpo de mosaico y el busto de relieve son obra del escultor Eusebi Arnau, que colaboró en muchas de las obras modernistas. La escultura en la boca del escenario, que evoca la música internacional con la figura de Beethoven y ‘la cabalgata de las valquirias’ de Wagner, es obra de Pau Gargallo.
El fondo del escenario está decorado con mosaicos y esculturas que representan a las musas. Estas figuras rodean a una de las joyas de la corona del recinto: el gran órgano, realizado por la casa alemana Walck de Ludwigsburg, en 1908. Así, no es ninguna sorpresa que este recinto se haya convertido en un referente de la música sinfónica no solo en España, sino en todo el mundo.
El palacio se creó como sala de conciertos del Orfeó Català, una importante coral fundada por el maestro Lluís Millet. El edificio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, y el ambicioso proyecto de rehabilitación y ampliación al que se sometió a principios de siglo, fue dirigido por el arquitecto Óscar Tusquets.
Al valor artístico de la construcción se añade la programación musical, con la presencia de orquestas y figuras de máximo prestigio internacional. La sala principal tiene una capacidad de 1,970 localidades. El equipamiento dispone también de una sala de música de cámara, el ‘Petit Palau’, con capacidad para 600 personas.