Uno de los regalos más importantes que un padre puede hacer a su hijo es inculcarle la importancia de convertir el ahorro sistemático en parte de su vida.
Una vez que nos hemos decidido a enseñar a nuestros hijos a ahorrar, surgen de inmediato las preguntas: ¿Cómo debo hacer? y ¿Por dónde empiezo?
No existe un método probado, estandarizado e infalible para generar el hábito del ahorro en los niños; cada padre debe ser creativo en este aspecto, utilizando la comunicación familiar, su experiencia y el carácter de sus hijos.
Sin embargo, sí hay algunas estrategias que los padres han utilizado a lo largo de los años y alrededor del mundo, las cuales puedes adaptar a tu contexto familiar, de forma que sean buenas para ti y tu familia.
En primer lugar, debes tomar en cuenta la edad de tus hijos. Es distinto enseñar a ahorrar a un adolescente de 15 años, que a un pequeño de 10 ó 5 años. Son diferentes tanto en su nivel de entendimiento, como en sus necesidades, expectativas y gastos potenciales.
Si se trata de un niño en edad de asistir a la escuela primaria, se puede generar un sistema de metas y recompensas. Por ejemplo, se puede dar una cantidad de dinero semanal (Domingo, Semana o como quiera llamársele) acompañada de una tabla que explique cómo administrarla. Si son muy chicos, la tabla será muy sencilla; sólo incluirá dos apartados: Diversión y otro de Alcancía. Al mostrarle esta tabla a nuestro hijo, le podemos explicar que el dinero de la alcancía es muy importante.
Conviene que los primeros objetivos sean fácilmente alcanzables en dos o tres semanas como máximo. Luego, a medida que su hijo crezca, podrá fijarse plazos más largos de ahorro para adquirir objetos más costosos. Para echarle una mano y evitar que se frustre, ofrézcale la posibilidad de realizar pequeños trabajos para ganarse un dinero extra. También puede pagarle un interés: por ejemplo, por cada 10 pesos que mantenga en la alcancía, déle 2 o 5 pesos de más. Si está ahorrando para poder comprar algo importante, podría incluso ofrecerse a contribuir con la misma cantidad que él ahorre (por ejemplo, si está ahorrando para una bicicleta y llega a tener 500 pesos, añádale otros 500 para animarle).
Fijarse un objetivo, hacer sacrificios y ahorrar parte de la paga, ver cómo crecen sus ahorros y al final conseguir comprar el producto anhelado con su propio dinero es una experiencia muy beneficiosa para la autoestima de un niño. Es también una excelente forma de aprender a priorizar, distinguiendo entre las cosas que realmente son importantes y aquellas de las que se puede prescindir.