La anestesia es el uso de medicamento para evitar la sensación de dolor, u otra sensación durante una cirugía u otros procedimientos que podrían ser dolorosos. ¿Pero cuál es su origen?
La invención de la anestesia ha supuesto, sin duda, un hito histórico en el ámbito de la salud, y un verdadero paso de gigante para el bienestar de la sociedad.
La aparición de la anestesia y sus aplicaciones médicas, tienen una trascendencia similar a la de descubrimientos como las vacunas, los antibióticos, los rayos X, la transfusión sanguínea, el trasplante de órganos, la genética o el ADN. El valor de la anestesia, reside fundamentalmente en que ha permitido el desarrollo de todas las especialidades quirúrgicas.
Antes de la invención de la anestesia, las intervenciones quirúrgicas no podían durar más de unos minutos, y era inimaginable que se pudiera llegar al nivel de complejidad y seguridad de las operaciones que hoy se llevan a cabo en hospitales y centros sanitarios de todo el mundo.Pero hasta llegar al actual desarrollo de la moderna anestesiología, se ha tenido que recorrer un largo camino.
La Anestesia en la antigüedad
En las grandes civilizaciones clásicas, se realizaban ya pequeñas intervenciones quirúrgicas relativamente sencillas. Así lo atestiguan algunos documentos escritos, y los utensilios quirúrgicos que han llegado hasta nosotros.
Algunos autores prominentes de esta época y con especial interés por la cirugía, como Hipócrates (460-377 a.C.) o Dioscórides (40-90 d.C.) intentaban disminuir el dolor de sus intervenciones, utilizando sustancias como la mandrágora, el opio o el vino. También era habitual el uso de frío, la compresión del cuello del paciente, hasta que perdía el conocimiento, o la compresión de nervios para reducir la sensación de dolor en determinadas zonas del cuerpo.
Durante la Edad Media tuvo cierta popularidad la llamada ‘esponja soporífera’. Este método consistía en una esponja empapada en jugos de origen vegetal (opio, mandrágora, cicuta, beleño…) que se ofrecía al paciente para respirar, provocando una cierta somnolencia. Tras la intervención, una esponja empapada en vinagre servía para despertar al paciente.
El fin de la Edad Media supuso el inicio de una nueva época en la que el hombre se convierte en la medida de todas las cosas. Esta nueva concepción del mundo, se refleja en el pensamiento, las artes, la ciencia, la arquitectura… y también en la medicina. Surge así un creciente interés por la anatomía y la fisiología.
Sin embargo, los hombres del Renacimiento aún estaban lejos de alcanzar un verdadero conocimiento profundo de las ciencias de la salud.
Algunos médicos y alquimistas como Paracelso (1493-1541) y Cordus (1515-1544) comenzaron a experimentar con algunos compuestos químicos, que siglos después serán imprescindibles para el desarrollo de la anestesia, como el éter (llamado ‘vitriolo dulce’, en esa época) descubierto en 1275, por el médico y pensador español Ramón Llull.
A lo largo del siglo XVIII, comienza a avanzarse en el conocimiento científico de la circulación y la respiración, se realizan algunos, y muy importantes descubrimientos químicos, que permiten empezar las primeras investigaciones con la inhalación de gases.
Siglo XIX. Inicios de la Anestesiología Moderna
Se suele considerar como la primera anestesia entendida, como método para lograr la insensibilidad del paciente en una intervención quirúrgica, la realizada el 16 de octubre de 1846, por William Thomas Green Morton en Boston (Massachusetts). Pero detrás de este hito, está el trabajo y el empeño de muchos personajes previos como dentistas, cirujanos o químicos que con sus aportaciones y descubrimientos permitieron su desarrollo.
Durante la primera mitad del siglo XIX, estaban de moda las demostraciones para que el público experimentase las sensaciones producidas por la inhalación de óxido nitroso (gas de la risa) o éter. Aunque estas atracciones tenían una finalidad lúdica, fueron fundamentales para el descubrimiento de la anestesia moderna.
William T. G. Morton, realizó una de estas demostraciones públicas, en este caso con éter, se realizó la extracción de una tumoración en el cuello de un paciente; con éxito, y la comunidad científica abrazó con entusiasmo este avance. De hecho, en muy poco tiempo se empleó el éter en multitud de países. La prioridad de Morton durante toda su vida, fue obtener rendimiento económico de este descubrimiento. Intentó, sin éxito, ocultar la sustancia química que empleaba (él la llamaba Letheon, para que no se supiese que realmente era éter). Sus intereses fueron por tanto más, la remuneración, que el lograr un avance del conocimiento.
Si se debe considerar a alguien como el padre de la Anestesiología Moderna, éste probablemente sería John Snow (nacido en York, Inglaterra en 1813). John Snow, fue un médico y científico brillante, con dos áreas de trabajo prioritarias: la anestesia con éter y cloroformo, que estudió con detalle (incluso administró cloroformo a la Reina Victoria de Inglaterra en los partos de los príncipes Leopoldo y Beatriz). Sus investigaciones son la base para la introducción en Anestesiología, de otro fármaco volátil: el cloroformo, que fue empleado hasta bien entrado el siglo XX.
La Anestesiología en la actualidad
En los hospitales y centros quirúrgicos de hoy, profesionales muy capacitados, usan una amplia variedad de medicamentos modernos y seguros; además de tecnología de monitoreo, sumamente calificada. Un Anestesista es un médico que se especializa en administrar y controlar los anestésicos (medicamentos que adormecen un área del cuerpo, o ayudan a que el paciente se duerma y permanezca dormido).
Además de administrar medicamentos para la anestesia a fin de preparar al paciente para la intervención quirúrgica, el Anestesista: supervisará las principales funciones corporales (como la respiración, la frecuencia y el ritmo cardíaco, la temperatura corporal, la presión arterial y los niveles de oxígeno en la sangre), durante la cirugía tratará cualquier problema que pueda surgir; controlará cualquier dolor que el paciente pueda presentar, y lo mantendrá lo más cómodo posible antes, durante y después de haber sido intervenido.