La excelencia del cine mexicano fue fundada en su fuerza comercial; México proveía a todos los mercados hispanohablantes de Centro-América y de América del Sur, obteniendo varios éxitos taquilleros también en Estados Unidos.
La Edad de Oro del Cine mexicano abarcó aproximadamente entre 1935 y 1958. La época de oro significó la consolidación de los esfuerzos realizados por cientos de personas para constituir la industria del cine mexicano. Durante dos décadas, el cine mexicano gozó de un período de esplendor y sus directores realizaron un gran número de películas que hoy son consideradas joyas de la cinematografía nacional.
Durante los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la industria cinematográfica mexicana, apoyada por Estados Unidos, prosperó en forma notable. Factores políticos influyeron enormemente en el desarrollo del cine mexicano. Uno de ellos fue la postura del gobierno de México durante la guerra tras el hundimiento de barcos petroleros mexicanos por submarinos alemanes, el presidente Manuel Ávila Camacho declaró la guerra a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).
La decisión de Ávila Camacho salvó, colateralmente, al cine mexicano de la extinción, alinearse con los Aliados trajo para México un estatus de nación favorecida. El cine mexicano nunca tuvo problemas para obtener el suministro básico de película virgen, dinero para la producción y refacciones necesarias para el equipo.
Los materiales con que se fabricaban las películas y el equipo de cine, se consideraban importantes para la fabricación de armamento. Esto racionó la producción cinematográfica norteamericana, además de que el cine europeo sufría porque la guerra se desarrollaba en su terreno. Esto produjo una disminución de la competencia extranjera. Aunque Estados Unidos se mantuvo como líder de la producción cinematográfica mundial, muchos de los filmes realizados en ese país entre 1940 y 1945, reflejaban un interés por los temas de guerra, ajenos al gusto mexicano.
En 1941 surgieron varias compañías productoras, como Filmex, Films Mundiales, Posa Films, Rodríguez Hermanos y la asociación de Bustillo Oro y Grovas. Este ambiente cultural favoreció el surgimiento de una nueva generación de directores, entre los que destacaron Emilio ‘El Indio’ Fernández y Fernando de Fuentes.
En esos años, el cine mexicano abordó más temas y géneros que en ninguna otra época. Obras literarias, rancheras, comedias, películas policíacas, comedias musicales y melodramas, formaron parte del inventario cinematográfico mexicano de aquellos años.
La década de los cincuenta, fue la época de maximización de la actividad cinematográfica en la ciudad. Nuevos cines eran abiertos al público, entre ellos: el Autocine, Cinecar y Victoria.
Pero a finales de esa década, una vez que Hollywood se vio desatado de sus compromisos como máquina propagandística, la industria mexicana comenzó a vivir serias dificultades, y aunque se continuaron haciendo películas de interés, su número y su calidad disminuyeron de forma considerada. Los estudios mexicanos decidieron hacer películas en color, con el sistema Eastmancolor, por ser más barato que el Technicolor y Metrocolor.
Para los años 1960, se inauguran más salas de cine en la ciudad de México a pesar de la llegada de la televisión. La existencia de salas de cine era increíblemente avasallante, las carteleras cinematográficas en la prensa anunciaban todo un programa semanal de filmes.
Durante los años 60´s, la producción cinematográfica mexicana se redujo a dramas familiares con guiones de baja calidad, y comedias ligeras que fueron más bien vehículos de lucimiento para cantantes de Rock and Roll.
A finales de ésta década, el fenómeno de las nuevas tecnologías comienza a influir en el comportamiento cultural de las personas, desde el mismo momento en el cual, éstas demandan conocimientos y nuevos valores con su información.
En la década de los 70´s la producción cinematográfica tocó fondo. En gran parte gracias a los malos manejos del nepotismo gubernamental en los periodos de Luis Echeverría y José López Portillo, este último colocó a su hermana Margarita López Portillo al frente de la RTC (Radio Televisión y Cinematografía) segregación de la secretaría de gobernación, quien con nula preparación en el campo, limitó los recursos destinados originalmente al cine.
La represión política se vio reflejada en una autocensura por la mayor parte de los cineastas y productores. La producción se redujo a películas picarescas sin pretensiones o a producciones estatales que, aunque dieron cierta libertad de expresión, nunca reflejaron las inquietudes y necesidades artísticas de los directores, libretistas y productores, mucho menos la realidad cruda que vivía la sociedad de esos periodos. En las contadas ocasiones en que alguna producción independiente fue llevada a cabo, el gobierno no aceptó su proyección, además de que las censuró o las redujo a una distribución limitada por medio de presiones a las salas cinematográficas.