Las praderas de posidonia, en peligro por el calentamiento global. Un estudio del CSIC prevé la extinción funcional de esta especie en el Mediterráneo.
No es un alga, es el pulmón vegetal que genera la vida en el Mediterráneo, y por eso, que esté en regresión, es más preocupante de lo que pueda parecer. La Posidonia oceánica, es una planta capturadora, porque ayuda a fijar el dióxido de carbono y produce oxígeno. Un metro cuadrado de Posidonia puede producir 5 veces más oxígeno que uno de selva amazónica. Además, ayuda a contener el suelo y provee de refugio y alimento a cientos de especies, es la creadora de la vida de este grandioso mar, como son los corales para el Caribe, y a pesar de los esfuerzos por conservarla, su pérdida sigue produciéndose.
Su extensión se ha reducido hasta un 38% en el Mediterráneo desde los años sesenta, y su densidad se ha visto mermada, las causas son diversas, pero el impacto humano es el más dañino. La Posidonia, de crecimiento extremadamente lento, se caracteriza por su longevidad milenaria y por formar extensas praderas hasta los 40 metros de profundidad. Entre los beneficios eco sistémicos de la especie, destaca el enterramiento de dióxido de carbono, el reciclado de nutrientes, la protección costera de la erosión y el aumento de la biodiversidad.
Las plantas de esta especie que pueblan los fondos marinos de las Islas Baleares, se encuentran actualmente en regresión, no sólo por el calentamiento del agua, sino también por perturbaciones locales como la contaminación o los anclajes de las embarcaciones.
Según investigadores del CSIC, a la especie no le quedan más opciones que adaptarse, lo cual es poco probable considerando sus bajas tasas de reproducción sexual y mutación, o bien disminuir drásticamente hasta casi extinguirse.
Todo indica que el calentamiento global provocará un aumento considerable de la temperatura del agua en el Mediterráneo, y es posible que eso conduzca a una disminución de hasta el 90% de la abundancia de haces en las praderas de posidonia que se extienden en nuestros fondos marinos a finales del siglo XXI. Así lo revela un estudio realizado por investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA).
La temperatura máxima del agua podría aumentar a finales de siglo un promedio de 3,4ºC durante la época estival. A partir del año 2050, los termómetros superarían cada verano los 28ºC, lo que provocaría la aceleración de la tasa de mortandad de los haces de las praderas de posidonia.
Si realmente sobreviviera solo un 10% de ellos, la especie se consideraría extinguida funcionalmente. Eso significa que la población no sería viable y que, debido a la reducción de ejemplares de posidonia, ya no desempeñaría el importante papel que ejerce actualmente en el ecosistema marino del Mare Nostrum: hogar y sustento de miles de especies, sumidero de CO2 y protección costera de la erosión.
La única solución para garantizar que este ecosistema milenario continúe proporcionando servicios más allá del siglo XXI, es la rápida acción internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles muy por debajo de los considerados en este estudio.
Según investigadores del CSIC, a la especie no le quedan más opciones que adaptarse, lo cual es poco probable, considerando sus bajas tasas de reproducción sexual y mutación, o bien disminuir drásticamente hasta casi extinguirse.
Todo indica que el calentamiento global provocará un aumento considerable de la temperatura del agua en el Mediterráneo, y es posible que eso conduzca a una disminución de hasta el 90% de la abundancia de haces en las praderas de Posidonia que se extienden en los fondos marinos, a finales del siglo XXI. Así lo revela un estudio realizado por investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA).
La temperatura máxima del agua podría aumentar a finales de siglo un promedio de 3,4ºC durante la época estival. A partir del año 2050, los termómetros superarían cada verano los 28ºC, lo que provocaría la aceleración de la tasa de mortandad de los haces de las praderas de Posidonia.
Si realmente sobreviviera solo un 10% de ellos, la especie se consideraría extinguida funcionalmente. Eso significa que la población no sería viable y que, debido a la reducción de ejemplares de Posidonia, ya no desempeñaría el importante papel que ejerce actualmente en el ecosistema marino del Mare Nostrum: hogar y sustento de miles de especies, sumidero de CO² y protección costera de la erosión.
La única solución para garantizar que este ecosistema milenario continúe proporcionando servicios más allá del siglo XXI, es la rápida acción internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a niveles muy por debajo de los considerados en este estudio.