Las Lágrimas de San Lorenzo, hacen referencia a una de las lluvias de estrellas más importantes del año: las Perseidas.
Cuenta la tradición cristiana que San Lorenzo sufrió un auténtico calvario el 10 de agosto del año 258. Fecha en la que fue quemado vivo en una hoguera en Roma. Una muerte lenta, en una parrilla, a manos de sus captores, los romanos. Las lágrimas de ese cruel martirio han pasado a la historia, y son las que dan nombre precisamente a la lluvia de estrellas más popular del verano: ‘las Perseidas’.
Las partículas que causan las Perseidas han sido producidas por el cometa Swift-Tuttle. El hecho de producirse la lluvia cada año por las mismas fechas, se debe a que la Tierra, en su movimiento anual de traslación alrededor del Sol, en cada vuelta, encuentra de nuevo a la acumulación de partículas.
Por eso, cuando el cometa Swift-Tuttle desprende polvo de su cola estelar, la tradición popular dice que es San Lorenzo, que aún sigue soltando lágrimas de dolor desde el cielo por su tortura.
‘Las Perseidas’ toman su nombre de la constelación de Perseo, ya que, por perspectiva, aparentan provenir de la dirección de dicha constelación, aunque no tienen ninguna conexión real con ella.
Lo cierto es que las llamadas ‘Lágrimas de San Lorenzo’, se refieren a la más intensa lluvia de estrellas fugaces del verano, que suele comenzar a mediados de julio, y extenderse hasta finales de agosto, aunque es a mediados de agosto, cuando se produce el pico de mayor intensidad.
Las mejores condiciones para la observación, se dan en lugares alejados de los núcleos urbanos, sin contaminación lumínica, y con un horizonte libre de obstáculos.
Lo que sí hace falta es: situarse en un lugar donde pueda ver el cielo con amplitud; dejar que su vista se acostumbre a la oscuridad; y esperar un tiempo suficiente, ya que los meteoros pueden presentarse en cualquier momento, o pasar un buen rato sin que aparezca ninguno.