Se calcula que existen más de dos mil cenotes tan solo en el estado de Yucatán y aproximadamente 10 mil en todo el sureste de nuestro país.
Eran la principal fuente de agua dulce para el pueblo maya y, por eso, no es de sorprender que se hayan convertido en un elemento esencial para su cultura y existan incontables narraciones relacionadas con ellos: desde creencias relacionadas con la cosmogonía, hasta leyendas e historias que pasaron de una generación a otra.
Para los mayas antiguos, los cenotes se asociaban con la fertilidad y la vida. Eran considerados portales de entrada al inframundo, lugares sagrados a los que había que cuidar y respetar.
De acuerdo a los ancestros mayas, Los Aluxes son seres espirituales que protegen la vida en esas tierras. Su función es cuidar el equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Son entes de aire que, aunque tienen un objetivo positivo, pueden ser muy celosos y llegan a castigar a quien no respeta lo que ellos consideran sagrado.
Los cenotes eran considerados la entrada al inframundo, ahí eran depositadas ofrendas e incluso cadáveres de personas.
Se dice que los Aluxes se toman muy en serio su papel de ser guardianes y aunque permiten que las personas disfruten de los cientos de cenotes que hay, tienen una regla: Nunca te metas a un cenote después de las cuatro de la tarde, pues después de esa hora suceden cosas inexplicables.
Después de esta hora, es el turno de ellos de descansar y si éste descanso se ve interrumpido por personas, suele haber consecuencias.
Se cuenta que arrojaban mujeres al cenote para que pidieran un buen año. El ritual se hacía justo al alba, y al medio día se sacaba a la mujer del agua: mientras la sahumeaban de copal, ella contaba al pueblo que se le habían aparecido hombres y mujeres que le pedían que voltearan hacia abajo para no verlos y le contaron si el año sería bueno o no. Si la mujer no salía, significaba que el demonio estaba enojado con alguno de ellos, entonces arrojaban grandes piedras al agua y huían de ahí.
No hay nada que confirme que este relato es totalmente veraz. Pero no es la única leyenda relacionada con este lugar.
Existe la creencia de que los cenotes se formaban a partir de la caída de un rayo. Como ejemplo está la leyenda de cenote Xlacah de Dzibilchatún, que nació como un castigo divino para un hombre que no quiso darle un pedazo de pan a su padre, un hombre viejo y cansado; en su casa cayó un rayo, se hundió el suelo y se formó el cenote.