Nacido hace 381 años, consolidó Francia como superpotencia europea, pero durante su reinado también logró que el país se erigiera en sinónimo de elegancia e innovación.
El 5 de septiembre de 1638, nacía el futuro Luis XIV. Con tan solo cinco años, éste heredó el trono, sin embargo, la imposibilidad de gobernar a tan temprana edad, hicieron que el mando estuviese compartido por su madre y el Cardenal italiano Julio Mazarino. A los 23 años, Luis XIV, asumió efectivamente el cargo de rey.
Luis XIV, uno de los más destacados reyes de la historia francesa, consiguió crear un régimen absolutista y centralizado, hasta el punto que su reinado, es considerado el prototipo de la monarquía absoluta en Europa.
En esta, el rey es el que detenta el poder supremo, y eso justamente hizo Luis XIV, el resto de las instituciones y organismos públicos están supeditados a sus designios y autoridad. Para poder hacerle frente a los inmensos gastos de la corte, se decidió orientar todos los recursos hacia la hacienda pública, así, la producción agraria, manufacturera y el comercio exterior empezaron a ser celosamente controlados y sufrieron notables impuestos que iban a las arcas públicas.
En 1660, sometió el amor a las exigencias de la diplomacia: su casamiento con la hija del rey de España, María Teresa de Austria, fue la ratificación del tratado de paz de los Pirineos, que puso fin a la guerra entre los dos países. Francia era una nación autosuficiente, pero su rey continuaba siendo un soldado en su corazón. Luis XIV, decidió invadir Holanda, y reclamar territorio en una misión que no fue provechosa para Francia. La cual, entraría en guerra contra la Gran Alianza, un grupo que estuvo formado por España, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico.
Aunque Francia no perdió demasiado territorio, al final de la guerra, sus recursos económicos se encontraban reducidos. Había pasado de ser una nación abundante, a una nación sumida en la pobreza, débil y miserable. Pero Luis XIV, era mucho más que un rey soberbio y absolutista. Su personalidad era ciertamente extraña, y tenía ciertos hábitos sorprendentes.
La alergia a la higiene: tenía la manía de bañarse, tan solo cuando el médico se lo indicaba, y se limpiaba la cara con un trozo de algodón, impregnado en alcohol o en saliva humana. Las consecuencias de la escasez de limpieza, resultan obvias: su cabellera se convirtió en una selva de piojos; aunque los baños estaban considerados como algo perjudicial para la salud en aquella época.
Al monarca le encantaban las performances, y por eso aparecía a menudo por el palacio disfrazado de algunos de sus personajes favoritos, como: Apolo, Marte, el Sol, etc. Además, dada su baja estatura, medía poco más de 1,60 metros, se calzaba con tacones, unos zapatos exclusivos y horteras, con lazos y piedras preciosas, que elaboraba su zapatero personal.
A pesar que en un primer momento, y en el grueso del tiempo en el cual reinó, sus medidas surtieron el efecto deseado, y no harían más que desembocar en pobreza para su pueblo, y decadencia de la figura del rey. Sin embargo, siguió fiel a su estilo y convicciones hasta el final, que le llegó el 1 de septiembre de 1715, cuando falleció en el Palacio de Versalles, en Francia. Su sucesor fue su bisnieto Luis XV.