Reunido bajo el patrocinio de Farah Diba, la tercera esposa de Mohammad Reza Pahlevi, el último sha de Irán, el museo se inauguró en 1977.

Coincidiendo con la víspera de su cumpleaños, la emperatriz consorte del Sha de Irán, Farah Diba, inauguró el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán. La colección, considerada la más valiosa de este tipo, fuera de Europa y Norteamérica, incluía obras de artistas como: Picasso, Monet, Renoir, Bacon, Pollock, Giacometti, Rothko, Hockney o Warhol.

Este edificio fue diseñado por el arquitecto Kamran Diba, y es uno de los palacios más importantes en la capital iraní, por su moderna arquitectura persa, inspirada en la tradicional iraní.

El vestíbulo, los puntos de cruce y el paisaje utilizados en la arquitectura de este edificio, están diseñados precisamente para invitar a los visitantes a sumergirse en la profundización de la gloriosa historia del arte y la cultura.

El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, ubicado en el centro de la ciudad, está rodeado por un área verde llamada ‘El Parque de las Estatuas’, debido a la presencia de esculturas de importantes maestros de Irán, y del mundo.

Se considera el centro de la actividad artística más importante de Irán, en las artes visuales. En sus dos mil metros cuadrados de espacio expositivo, divididos en nueve salas, las exposiciones de arte se presentan constantemente, creando la oportunidad para los amantes del arte, de admirar las bellezas de las obras maestras artísticas.

Farah Diba aprovechó que en esa época, Irán era el segundo productor mundial de petróleo para pagar un patronazgo de las artes, que también incluyó el Museo Negarestan: sobre el arte iraní de los siglos XVIII y XIX, el Museo de Alfombras Persas, además de varias galerías y festivales.

Para el de arte contemporáneo, su oficina contrató los servicios de los mejores marchantes de arte del mundo y pujó en subastas de Christie’s y Sotheby’s. En total, el museo reunió más de 200 obras.

La censura iraní condenó a muchas de ellas al ostracismo por ser consideradas ‘anti islámicas’ o ‘pornográficas’, la aversión de los nuevos gobernantes hacia el arte occidental, hizo temer por la integridad de las obras, pero el personal del museo las protegió durante, y después de la Revolución.

A finales de los 90, se produjo en Irán cierta flexibilidad social.

Las restricciones sobre el arte, se relajaron temporalmente y Alireza Samiazar, director del museo, pidió permiso para exponer algunas de las obras.

A pesar del rechazo de la línea dura del régimen, en 2005 una selección de cuadros vio la luz. Una pieza de Bacon, fue retirada por su supuesto contenido homosexual, pero otras muchas bordearon la censura, como los retratos de Andy Warhol de Mao Zedong, Mick Jagger y Marilyn Monroe.

Con la publicación del libro ‘Iran Modern: The Empress of Art’, Farah Diba quiere que esa colección sea visible a través de las 200 páginas que lo componen, ya que, hasta que no salgan de Teherán, muchas de las obras no podrán ser expuestas por los estereotipos de la sociedad iraní.