La natación para bebés es uno de los mejores métodos de estimulación temprana, ya que, en un ambiente de juego y placer, aporta beneficios importantes sobre el bebé.
Suriol, que enseña anualmente a cientos de bebés (a partir de la tercera semana de nacer), resume en algunos puntos los beneficios más importantes de la piscina para los bebés:
·Aumenta la habilidad de los músculos, los huesos y la coordinación corporal.
·Estimula el autoconocimiento del cuerpo.
·Estimula el sentido del tacto. Por el chapoteo, por el movimiento en las inmersiones y en cada acción que desarrollan los papás, por los ejercicios.
·Enriquece las experiencias motrices de los niños. Incluso pueden hacerse con música, que facilitará el ritmo y la coordinación, y es capaz de estimular o tranquilizar al pequeño en la relación con el agua y con sus papás.
·Ayuda a mantenerse en forma y a mejorar la tonicidad muscular.
·Fortalece la capacidad respiratoria. Que nadie se asuste: no se trata de hacer inmersiones desde el primer día. Todo tiene un proceso y para ello es necesaria la confianza en el medio acuático. Así que hace falta paciencia y que los papás transmitan buena sintonía con el agua.
·Enseña a adaptarse a los cambios.
·Aumenta la resistencia: a cierto cambio de temperatura, a la fuerza del agua
·Los ayuda a la relajación.
·Estimula la conciencia y la habilidad para salir de las dificultades. Aprenden a responder con prontitud ante un estímulo.
·Ganan en seguridad y confianza. Al dominar su cuerpo en un medio tan inseguro, el niño se siente muy satisfecho. Y si lo consigue gracias a sus papás, esto fortalece su apego.
·Fortalece el vínculo entre el papá y/o la mamá y el bebé. Un papá o una mamá que deja el móvil y entra en el agua con el bebé, gana en calidad de vida para él y para los suyos. ¡Ni siquiera en el salón de casa pone tanto los cinco sentidos con el pequeño y desconecta de todo lo demás!