El interiorismo de la Casa Fiordo es una manifestación al asombro, que busca detener el recorrido constante generando pausas para vivir y apreciar la arquitectura de la residencia.
Diseñada por el Arq. Elías Rizo, el concepto de diseño por si mismo es la solución arquitectónica, el juego con planos y escenarios por medio del uso de color, le da a cada espacio su propio carácter, mientras en conjunto son una composición armoniosa de tonos y texturas. El interiorismo de la ‘Casa Fiordo’ es una actitud moderna y funcional, sin perder la calidez de un hogar.
Como parte de la responsabilidad de ‘Línea Vertical’, siendo el despacho local involucrado, se hizo la sugerencia al arquitecto de cambiar la lavandería del sótano a planta alta y desplazar el área de servicio, hasta el fondo. Con este cambio se logró un ‘home theater’ junto a la terraza en la zona de alberca y asador. Todo con la intención de regionalizar el proyecto a las necesidades puntuales.
Uno de los retos más importantes, fue diseñar una residencia AAA, con un presupuesto limitado. Bajo esta premisa, se desarrolló una estrategia para lograr el ambiente de sofisticación en la casa que hoy se puede experimentar. Se seleccionaron piezas claves de mobiliario europeo logrando el lujo que distingue a esta casa.
Desde la entrada inmediatamente ves 3 planos, el muro de acceso, el que hace de recibidor y el del fondo de la sala. Esos tres muros se pintaron en diferentes tonos para enfatizar ese efecto que Elías hace en su arquitectura. El primero es negro con la escultura, el segundo mamey oscuro y el tercero en color dorado. Se buscó un dramático foco visual, el recibidor creando un movimiento en el plafón con un cajillo negro en forma de triángulo irregular, inverso al flujo natural del pasillo, llevando la atención a una escultura de tela iluminada lateralmente.
Para ‘Línea Vertical’, los detalles son el diseño en sí mismo. La casa es una expresión auténtica en colores, cada uno con un significado y una función. Las escenas, los planos y estos elementos en las distintas tonalidades de mamey, negro y dorado nos dan profundidad.
Cada recámara tiene su propia personalidad reflejada en los tonos, amarillo para las niñas, turquesa para los niños y naranja para la recámara principal, en la estancia familiar se manejaron tonos azules y nogal. El diseño de las puertas, barandales y librero; son la abstracción física y geométrica del concepto de la casa, con líneas fuertes y marcadas, presencia en altura y singularidad en tonos.
La conceptualización de uso de acabados que se manejó, es invertida a la del proyecto original. Se decidió usar mármol blanco con acabado cepillado de los pisos de la planta principal, para reflejar la luz natural de forma sutil, mismo material que envuelve las cubiertas en los baños, mientras que los techos en pintura oscura, balancean la luminosidad para provocar calidez interior.
En la planta alta, invertimos ese efecto con duela oscura para dar calidez y plafones claros. Los acentos y puntos de luz nos hacen recorrer el espacio visualmente desde su volumetría, hasta las particularidades más finas.
La obra de arte del proyecto es un elemento de diseño unificador. Se seleccionaron piezas fotográficas del artista Alberto Ríos Legorreta, todas de elementos naturales, piedras y hojas; lo que nos da la oportunidad de sentir este detalle de la naturaleza al interior. Así mismo, se lucen piezas de Gerardo Monsiváis, Elisa Pasquel, María Fernanda Barrero, ‘El Taller’ y como pieza clave una escultura de la colección ‘Meter la aguja y adentrarse’ , de la artista Miriam Medréz, que nos recibe al entrar. La obra de arte en muros complementa perfectamente el objetivo conceptual que se quiso lograr en su interior, formas simples, pero bien definidas, para provocar paz, orden armonía.