Frente a la naturaleza, y enmarcado por una vasta vegetación de primaveras, parotas y papelillos, se exhibe Casa Kaleth.
Con 12 metros de frente y una apertura de hasta 50 metros de fondo, la propuesta debería resolver la complejidad del lote, dando origen al concepto con el que se proyectó Casa Kaleth.
El diseño expone una fachada frontal discreta. En ella comienzan a asomarse las diversas texturas planteadas y perfectamente combinadas. Una ‘L’ de concreto que se coloca y se contrapone sobre un ingreso permeable de madera y cristal, acompañan un volumen sólido de piedra. El lenguaje propuesto en la posterior se dirigió al contrario, donde la respuesta fue una invasión que impactara con cuerpos imponentes y geométricos, que encauzan la vista del usuario al paisaje, creando un efecto de ‘telescopio’ en la fenomenología que se vive al recorrer la casa.
Reinterpretando la topografía existente del sitio, el proyecto juega con niveles y con una horizontalidad evidente en su volumetría, que generan una perspectiva prologada y permiten la apertura de la mayoría de los espacios, dejando pasar el viento y las vistas para rendir homenaje a lo que ocurre afuera.
La selección de materiales, optó por elegir componentes extraídos de la región, y se convirtió en un gesto poético al incorporar piedra del volcán de Colima, mismo que remata la panorámica de la casa.
La homogeneidad lograda bajo la composición de elementos naturales, como: la piedra o la parota, y su combinación con otros de afinidad industrial, como el acero y el concreto, generan un balance y orden que dan riqueza a la estética plástica de la casa.
De esta manera las soluciones estructurales, no solo cumplen con la función del diseño, sino que hicieron posible el excepcional voladizo que se extruye de los volúmenes en la fachada posterior. Así, el ensamble de columnas y vigas de acero con concreto, fueron clave en la configuración del proyecto.
El programa arquitectónico se distribuye en 3 plantas: el nivel más bajo alberga el bar y la sala de TV; espacios completamente sociales que se relacionan afablemente con el jardín de la casa. Un nivel más arriba; la alberca, terraza, sala y cocina comparten paisajes únicos y una atmósfera antagónica transformable, que permite gozarse en la intimidad o en compañía de más invitados. Por último, se provee un área mucho más privada en el nivel más alto, que envuelve las recámaras en un ambiente apartado, y que aun así no deja a un lado la preeminencia por gozar el horizonte.