Resulta uno de los juegos más queridos y populares del país, por su alto nivel de destreza.
El balero, es un juguete de malabares, compuesto de un tallo generalmente de madera, unido por una cuerda a una bola, horadada por uno o varios agujeros de un diámetro, ajustado al tallo, cuyo objetivo es hacer incrustar un eje delgado, al hueco del mazo.
El objetivo del juego, es atrapar con el palo el pequeño barril de madera, mientras gira en el aire. Pareciera algo sencillo, pero requiere de mucha práctica, paciencia y cuidado; pues es usual llegar a golpearse en el intento.
El origen de este tradicional juego es muy incierto. Existen registros mayas que datan del período clásico, en los cuales se hace referencia a la práctica de un juego muy parecido, pero en lugar de un barril de madera, se utilizaban cráneos humanos. Es conocido y jugado en gran parte de América Latina, aunque se le conoce por distintos nombres.
Los grabados más antiguos que muestran jugadores de balero en Francia, son del siglo XVII.
La palabra misma que la designa, ‘bilboquet’, tiene una etimología discutida: el término habría aparecido por primera vez en 1534, como unión de las palabras ‘bille’ (‘pequeña bola’ o ‘palito’) y ‘bouquet’ (diminutivo de boca o de bola), aunque otros autores dicen que el término deriva de la palabra ‘bilbo’, especie de tallo que servía para inmovilizar los pies de los prisioneros. Miguel de Cervantes afirmó, que los bilbos, espadas con punta y bola fabricadas en Bilbao, existían ya desde el siglo XI.
El rey de Francia Enrique III, lanzó la moda del balero durante su reinado, que se extendió entre 1574 y 1589. Al monarca le gustaba jugarlo durante sus paseos.
Un dato curioso, es que este juego cuenta con muchas versiones diferentes. El nombre varía de acuerdo al país, por ejemplo: en Bolivia se llama ‘choca’ o ‘enchoque’; en Venezuela, ‘perinola’; en El Salvador, ‘capirucho’; en Argentina, ‘boliche’ o ‘emboque’, y en Cuba, ‘hoyuelo’.