Inspirado en la arquitectura romana, construido en 1915 y aún en nuestros días es un centro renacentista de las bellas artes y la ciencia.
El romanesco Palacio de las Bellas Artes fue concebido como el atractivo principal en la Exposición Internacional Panamá-Pacífico de 1915. La exposición conmemoraba la culminación del Canal de Panamá y la recuperación de San Francisco tras el terremoto de 1906 y los incendios que le siguieron.
El diseñador Bernard Maybeck se inspiró en las ruinas romanas, tomando elementos tanto latinos como griegos para la construcción de este edificio. Su intención era mostrar “la mortalidad de la grandeza y la vanidad de los deseos humanos”.
El salón propiamente dicho cubría un terreno de tres acres y era soportado por vigas inusualmente fuertes para la época. La columnata corintia constaba de un armazón de madera y recubierta con yeso y fibra. De la misma forma era la rotonda romana, el material envolvente era el ideal para un edificio de estas características ya que según los tratamientos que recibieran podría parecer piedra o mármol.
Bajo la cúpula de la rotonda se encontraban 8 páneles con bajorrelieve, simbolizando la cultura griega. Las tristes figuras rodeando los huecos en la columnata expresan contemplación, otros la melancolía de la vida sin el arte.
Estas chicas lacrimógenas se diseñaron para ser posteriormente envueltas por una especie de enredadera, sin embargo por falta de fondos, las macetas en lo alto de las columnas nunca fueron plantadas así como las secuoyas que rodearían al palacio dándole una atmósfera aún más romántica.
Es una de las pocas estructuras que aún se conservan de aquella exposición. Se han instalado canchas de tenis y ha servido como almacén de camiones y jeeps militares. Un programa masivo de restauración que se emprendió en los años sesenta le devolvió el esplendor de antaño, retirando elementos no esenciales y después reconstruyendo con concreto, pavimentación y paisajes nuevos.
Actualmente es la sede del “Exploratorium”, un emocionante viaje por las maravillas y misterios de la ciencia, con exposiciones interactivas y actividades prácticas diseñadas para pequeños y grandes.
El palacio es un tranquilo espacio para caminar o disfrutar de un día de campo. En medio de bellos jardines y una laguna, hogar de cisnes, se levanta una gran rotonda y una pérgola que mide 335 m. Es un destino popular gracias a la calma que se respira en el entorno y a la majestuosidad de su arquitectura.