Viajeros de todo el mundo llegan buscando este ‘castillo de algodón’ y sus aguas ‘milagrosas’.
Traducido del turco significa Castillo de Algodón y no es para menos. Hace muchos años, ciertos movimientos de placas provocaron la aparición de fuentes de aguas termales con alto contenido en creta, una roca de color blanco, que al solidificar fue creando capas y capas hasta formar las laderas que hoy en día se ven. En algunos casos se crearon terrazas con forma de media luna donde se acumulaba el agua, muchas de las cuales se han secado pero otras aún siguen con agua. En definitiva, un fenómeno de la naturaleza fortuito pero que ha dado lugar a un paraje espectacular que bien podría ser irreal.
Hasta principios de los años 50 con el crecimiento del turismo en la zona se construyeron en la parte alta de la montaña muchos hoteles, se permitían el uso de las piscinas naturales, el transporte en bicicletas y motos y las aguas termales se utilizaban para los hoteles. Cuando la UNESCO supo del lugar y de lo que estaba ocurriendo, comenzó su protección. Se derribaron los hoteles, se cubrió la carretera con las piscinas que hoy están abiertas al público y tristemente, se tuvieron que mantener secas otras para no agraviar el problema.
Hoy en día, las terrazas y piscinas naturales están prohibidas para los turistas, pero en cambio se han construido 6 piscinas en terrazas artificiales, estas están cubiertas con mármol travertino de un aspecto muy natural que con el paso de los años se han ido cubriendo de blanca cal. La temperatura del agua varía entre los 35º a 100º C y es rica en el contenido de carbonato de calcio, esta es la razón de la formación de extrañas y deslumbrantes terrazas de travertino blanco.
Pamukkale está ubicada en la región de Denizli, en el valle del río Menderes, en el suroccidente de Turquía, a una hora en avión o 10 por carretera desde la ciudad de Estambul.
Para llegar al lugar, la mayoría de los visitantes y turistas parten desde Marmaris, Bodrum y Kusadasi. Lo ideal es disfrutar las mañanas y el atardecer en Pamukkale: nada mejor que quitarse los zapatos y disfrutar de la increíble sensación de las tibias aguas en los pies.
Muchos confirman que los manantiales termales de Pamukkale son muy curativos. Desde la antigüedad, muchos emperadores disfrutaron de las nombradas “mágicas aguas” y hoy en día muchas personas visitan la zona para tratar enfermedades, algunas como: enfermedades neurológicas, cardiovasculares, hipertensión, reumatismo, enfermedades de la piel, el raquitismo, la parálisis y muchas otras dalencias del cuerpo.