El pavo es originario de México. Los aztecas lo conocían como guajolote, palabra que viene del náhuatl y significa payaso de la selva o payaso de agua aunque existen varias versiones.
Aunque ellos no celebraban Navidad, al igual que la mayoría de las culturas prehispánicas, festejaban el solsticio de invierno, ya que este marcaba el nacimiento de un nuevo ciclo.
El ave fue introducida a los españoles durante la Conquista. Éstos lo renombraron gallina de Indias y más tarde pavo, debido a su parecido con los pavo reales que ya habían conocido en Asia. De esta manera la gastronomía europea se vio enriquecida y el ave al ser un nuevo y exótico producto americano, adquirió cierta relevancia y se situó entre los animales que sólo podían consumir las personas adineradas o los pequeños comerciantes en fechas especiales.
Regresando a México, no fue sino hasta 1528 que Fray Pedro de Gante tuvo la idea de festejar la primera Navidad en México junto con los evangelizados, ya que Panquetzaliztli y la fiesta cristiana se celebraba en fechas tan cercanas no sería tan difícil de convencer a la población de adoptar esta tradición europea.
En esa primera Navidad mexicana el pavo no estuvo presente, pero con los años se convirtió en un producto económico con gran capacidad de alimentar a varias personas, esto debido a que el tiempo de engorda de esta ave era mucho menor que el de otras como los patos, gansos o gallinas. Es por esto que se comenzaron a hacer presentes durante las fiestas del invierno.
¿Cómo llegó a la mesa en Navidad?
La tradición empezó debido a que este animal por mucho tiempo fue el alimento de los hambrietos colonos ingleses del Mayflower que desembarcó en Massachussets em 1620, desde entonces el último jueves de noviembre en Estados Unidos se celebra el día de acción de gracias con el clásico pavo relleno, una costumbre que se fue extendiendo en América incluyendo México en los años 40 debido al exceso de crianza de este animal durante la temporada de invierno.
Otra historia narra que los antiguos pobladores de México lograron no sólo domesticar al guajolote, sino que tenían en alta estima su sabor combinado con algún mole. De esta manera, cuando los conquistadores llevaron a cabo la evangelización, en sus celebraciones religiosas -sobre todo las importantes- cocinaban pavo para ofrecerlo a su congregación y al ser esta otra celebración religiosa, pues empezó a poner en la mesa.
Está Navidad durante la cena recuerda la historia de este exquisito platillo y compártela con tu familia.