Esta propiedad tiene la particularidad de localizarse dentro de la ciudad pero al mismo tiempo sentirse fuera de la misma. El fraccionamiento que ordena diferentes privadas, sugiere una calidad de vida directamente ligada con la naturaleza.

La arquitectura de paisaje y el planteamiento del fraccionamiento provocan la vida hacia el interior logrando crear la sensación de vivir fuera de la ciudad. Los clientes, una pareja joven con hijos, buscan mucho la vida con el exterior. 


La construcción de casi 500 m2 dentro de un terreno de 480 m2 propició organizar el programa en tres niveles para respetar la mayor cantidad de jardín. 


El nivel más bajo se destinó para los servicios, el entrepiso para la zona pública y el nivel más alto para la zona privada. La casa se abre al suroeste al jardín y se cierra al noroeste hacia la calle generando más privacidad.

Un talud del 15% une la calle con el sótano organizando la cochera, las bodegas, la lavandería y el cuarto de servicio. Piso y muros de pizarra negra enfatizan esta operación de excavación creando un ambiente más cerrado. Una celosía de aluminio natural logra dar privacidad a los espacios interiores al mismo tiempo que deja pasar la luz.

Una rampa de madera de cumarú atraviesa el jardín de álamos plateados uniendo la calle con el nivel público de la casa. Este nivel se eleva 1 metro y medio y se define por tres muros de concreto aparente cerrándose hacia la calle y abriéndose hacia el jardín. 

El terreno vecino al norte es de su propiedad, lo que permitía tomarlo en cuenta para relacionarnos con éste pero sin modificarlo, para dejarlo libre por una posible especulación futura.

El volumen de la planta alta, también muy sólido se abre hacia el jardín y hacia cada uno de los lados por tres grietas que marcan relaciones con el exterior y que permiten la circulación de los vientos dominantes. Este volumen diferenciado por las grietas se transforma de mampostería blanca a una caja de madera de cumarú en la esquina noroeste enfatizando la entrada a la casa y logrando cierta dinámica en fachada.

Cuando atravesamos la rampa por el pequeño bosque de álamos plateados nos percatamos del volumen de madera y nos sumergimos al vestíbulo que también forra sus plafones con la misma madera. Este gesto ayuda a crear cierta atmosfera acogedora que te da la bienvenida.

Desde aquí vemos a la izquierda una celosía de madera y cristal que esconde el medio baño y el estudio, a la derecha las escaleras que vienen desde el sótano y las que van hacia la planta alta, un patio interior con un ciruelo y de frente, en otro nivel, la sala y el comedor en conexión directa con una terraza cubierta y el jardín a lo lejos.

La cocina con la despensa y el ante comedor se organizan linealmente al poniente para rematar con un asador y tener más contacto con el otro terreno, hoy prolongación del jardín. Pisos de concreto pulido en toda la planta pública se únen con las terrazas de madera cumarú.

La planta alta blanca en sus muros y techos contrasta con pisos de madera wenge y la caja de madera de cumarú que envuelve el volumen del vestidor. Las recámaras orientadas al jardín organizan sus baños al interior de la planta y se relacionan directamente con la sala de televisión y con la doble altura del patio interior. Este patio se transforma con una cubierta corrediza de cristal permitiendo tener una relación más directa con el cielo, el aire y la luz. 

PROYECTO: Casa Pemo

PROYECTO ARQUITECTÓNICO: Anonimus

ARQUITECTO: Arq. Alfonso Jiménez, Arq. Vittorio Bonetti