Más que una casa de playa, Siriki aspira a ser una casa playera, que sepa reflejar con nitidez el estilo de vida y las actividades que se desarrollan en los períodos vacacionales de las costas yucatecas.
Bajo premisas de diseño que profesan un profundo respeto por el sitio, el medio ambiente y las condiciones climatológicas, Siriki pretende -desde el planteamiento arquitectónico hasta las soluciones estructurales y formales- romper con muchos de los paradigmas de las viviendas costeras en la Península de Yucatán.
Sobre un terreno regular y de configuración plana de 12.50 metros de frente al Golfo de México por 80 metros de profundidad, la casa se propone ocupando la mitad del terreno dejando todo el costado oriente libre para el flujo correcto de los vientos dominantes tanto del día (brisa) como en la noche cuando los vientos de tierra (sureste) son los que “refrescan” nuestras moradas.
En lugar de ocupar todo el frente para “ver el mar”, la casa adopta un esquema en el que el programa se distribuye en una sucesión de espacios uno detrás del otro recurriendo a “giros” en la geometría para obtener las vistas y logrando de esta manera dejar libre el paso a los vientos dominantes para de esta manera lograr un correcto funcionamiento bioclimático sin escatimar las visuales hacia el mar desde todos los espacios.
La casa se dispone como espectadora del paisaje con un profundo respeto por el medio ambiente conservando en su totalidad la duna costera y despegándose del piso mediante “pilotes de concreto aparentes” que al elevar la casa permiten el flujo de la topografía por debajo de la construcción y desde luego el flujo de las embravecidas aguas en caso de ser azotada por algún huracán.
El concreto es el tema fundamental en la materialidad de Siriki. Muros prefabricados ensamblados como un “rompecabezas” se rigidizan y amarran mediante las losas coladas en sitio. Cada pieza de concreto expresa -mediante el acabado aparente de su fabricación- su procedencia y su función: asi, las piezas prefabricadas con un acabado pulido e industrial contrastan con aquellas losas coladas en sitio que conservaron como acabado final el de la cimbra utilizada durante el proceso constructivo.
Incluso en los pisos de la planta baja el concreto fue un tema fundamental, esta vez tratado mediante procesos heredados de nuestros antepasados mayas utilizando la corteza del “CHUCUM” (un árbol silvestre propio de nuestra tierras) para darle una consistencia al agua con la que se combina el cemento generando un concreto de un color peculiar y con mas elasticidad para evitar fisuras.
En lugar de enfrentarnos y medir fuerzas contra la naturaleza, el sistema de cimentación propone una complicidad con el mar en caso de contingencias climáticas (huracanes). En lugar de recurrir a profundas y costosas cimentaciones de mampostería y muros de contensión para que “reboten” las aguas de los huracanes, la casa se cimenta sobre simples pilotes que conservan la compactación natural del terreno y permiten el paso libre del agua de las altas mareas de los ciclones que regularmente azotan nuestras costas.
Los servicios se ubican al poniente como un volumen cerrado, la casa se abre entonces hacia el oriente para recibir los vientos y hacia el norte para aprovechar las visuales. Estas ideas se complementan con el tratamiento de la cancelería que al norte es completamente transparente y al oriente tiene persianas que permiten controlar la intensidad tanto del sol como de los vientos.
Se busca crear un espacio unitario, en el que se integre el exterior con el interior, la planta baja con la planta alta mediante dobles alturas que permiten la fluencia espacial y los cambios de escala que resultan atractivos durante los recorridos que al ser de norte a sur, rematan con vistas de los espacios importantes de la playa yucateca: al norte con el mar y al sur con los manglares habitados por hermosos flamencos.
Casa: Siriki
Proyecto: Arquitecto Javier Muñoz Menéndez
Construcción: ESTRUKTUM, PREDECON
Año de realización: 2008
Superficie: 431.65 m2