Los shampoos y acondicionadores en pastilla, invitan a lavarnos el cabello de otra manera, al tiempo que son más respetuosos con este y con el planeta.
Desde hace algún tiempo las pastillas de jabón están viviendo un revival glorioso. Las razones hay que buscarlas en un plus de diseño, con un calculado toque retro pero también, en unos tiempos en que lavarse las manos es uno de los gestos más repetidos del día, en la placentera sensación que trasmiten: funcionan, las reconocemos y nos gustan.
Hay varias razones para pasarse a un shampoo sólido, una de estas es que son muy sensoriales y son tan eficaces con el cuero cabelludo y el cabello, como un shampoo tradicional. Su aplicación es sencilla y se enjuagan muy rápidamente.
Otro punto a favor, es su apuesta por la sostenibilidad: zero plásticos, menos peso… son una opción que además de cuidar bien el cabello, es respetuosa con el medio ambiente. Cuando podamos volver a viajar, también apreciaremos otra de sus ventajas: en una caja-jabonera viajan seguros, y no han de pasar control de seguridad alguno.
ASÍ HAY QUE CONSERVARLOS
Los shampoos sólidos reducen al mínimo los residuos y, en consecuencia, también los envases, que suelen ser Zero Waste (biodegradables y totalmente reciclables). Algunos se presentan sin embalaje. ¿Cómo se guardan una vez usados? Porque hay que mantenerlos limpios, frescos y secos… una jabonera nos facilitará mucho las cosas. Se proponen unas elaboradas en bambú con ranuras internas, que permiten drenar el agua para evitar que se acumule y conservar el shampoo seco.
Otra razón para el cambio, es que resultan bastante económicos. Cada pastilla dura entre 80 y 100 lavados. Están repletos de ingredientes naturales y aceites vegetales y, como se requiere menos agua en su elaboración, no es necesario añadirle parabenos, emulsionantes, siliconas ni sulfatos.
Ecológicos, veganos, biodegradables… los hay con distintas propiedades, para adaptarse a las necesidades puntuales y la naturaleza del cabello. Con arcilla, coco, manteca de karité y hasta con un más que tentador olor a chocolate. Hacen buena pareja con los acondicionadores que necesitan -los hay también sólidos- para ayudar a desenredar y manejar mejor el cabello.
CÓMO CONSERVAR EL CABELLO LIMPIO
Un buen lavado. Frotando el cuero cabelludo con la yema de los dedos y realizando pequeños movimientos circulares. No olvide hacerlo detrás de la orejas, la nuca y la coronilla.
No abusar de acondicionador y mascarilla. Aplíquelos solo de medios a puntas, sin tocar las raíces. Una excesiva nutrición del cabello, puede aportar peso y aumentar la sensación de cabello sucio.
Último aclarado con agua fría. Active la circulación del folículo piloso, y evite que aparezca pronto la grasa.
No acercarse demasiado el secador. Dé volumen al cabello con la cabeza boca abajo y despegando las raíces con aire más templado.
No lavarlo antes de ir a la cama. Con el roce de la almohada perderá volumen, se engrasará más y, si está algo húmedo, tomará una forma que no le gustará. Intente dormir con el cabello recogido en una coleta floja, para evitar fricciones y que este se enrede más de la cuenta.
Espaciar los lavados. El cuero cabelludo debe tener un mínimo de grasa y si se lo quitamos todos los días, activará su rendimiento y la generará cada menos tiempo para no sentirse desprotegido.