El origami o papiroflexia, es un arte de origen japonés que consiste en el plegado de papel, sin usar tijeras ni pegamento, para crear esculturas variadas.
Su historia comenzó en la década de los 60, manteniendo su popularidad hasta nuestros días. Incluso, en el ámbito de la medicina. Un equipo de científicos del Instituto Técnico en Massachusetts, ha creado una nueva técnica inspirada en estas pequeñas figuras de papel. Sólo que, en esta ocasión, crearon un exoesqueleto capaz de transformar su cuerpo hasta adquirir la apariencia de un robot más complejo.
Los robots origami son en realidad una de las herramientas más punteras de la medicina moderna. Gracias a estos ‘Transformers’, algunos de los procedimientos más comunes podrían convertirse en un proceso menos invasivo, más rápido y seguro.
Como si de una película de ciencia ficción se tratara, su diminuta estructura permanecerá oculta en una cápsula de medicamento.
Esta se desplazará a lo largo del organismo hasta llegar al estómago, una vez dentro, la cápsula se deshace y el robot es liberado y se desdobla, desplegándose, eliminando objetos ingeridos por equivocación o curar daños internos de gravedad. Una vez haya cumplido su importante función, el robot origami desaparecerá sin dejar rastro.
A pesar de que el dispositivo cuenta con un imán que, en casos excepcionales, es capaz de ayudar a controlarlo desde el exterior, se habla de un robot origami capaz de transformarse por sí solo, adquiriendo la forma adecuada según el entorno. Lo único que necesita para un rendimiento óptimo es una fuente de calor cercana.
Gracias a ella, el exoesqueleto adoptará la forma deseada, mediante la cual podrá caminar, navegar, deslizarse, rodar e incluso volar.
Pero ¿cómo se introduciría un cuerpo extraño, autómata, con la certeza de que no causará más problemas de los que ya hay? El robot en concreto, está basado en un modelo anterior, presentado el año pasado. Pero para poder desarrollarlo, el equipo ha decidido cambiar por completo el diseño, apostando por materiales biodegradables y ‘amigables’ con el estómago. Por ejemplo, piel de tripa de cerdo. En combinación con otras moléculas biocompatibles, el robot origami es capaz de plegarse mucho; pero al mismo tiempo, es lo suficientemente rígido como para completar sus tareas.
Porque no es sencillo desplazarse a través de un estómago lleno de fluidos. Para poder hacerlo, explican sus creadores, el robot se basa en un movimiento llamado ‘stick-slip’. Este aprovecha la fricción y la posición del peso del robot sobre la pared en la que se apoya. Además, en el caso de este robot particular, también se aprovecha de la presencia de los fluidos para poder desplazarse. El robot posee varias capas de material biodegradable que envuelven, como un sándwich, otro material que se encoge con el calor. Así, el robot origami está diseñado en ‘bandas’, que permiten que se mueva y se pliegue a voluntad, según las necesidades.
Además de las bandas, el robot tiene un pequeño imán que le permite ser controlado desde el exterior. Éste es el mismo imán con el que puede retirar una pila de botón u otro material metálico. Pero también se le pueden añadir adhesivos biocompatibles u otras sustancias. El diseño del robot origami, tal y como explican sus autores, se debe principalmente al ensayo y error. Ha sido de esta manera que han llegado al diseño más eficiente y funcional, además de ser cómodo, para ser introducido en el estómago de una persona.