Uno de los iconos de la ciudad de Barcelona es, sin duda, el ‘Templo Expiatorio de la Sagrada Familia’.
Iniciada en el año 1882, todavía está en construcción. Es la obra maestra de Gaudí, y el máximo exponente de la arquitectura modernista catalana. Es uno de los monumentos más visitados de España, junto al ‘Museo del Prado’ y la ‘Alhambra de Granada’, y es la iglesia más visitada de Europa, tras la ‘Basílica de San Pedro’ del Vaticano.
Cuando esté finalizada, será la iglesia cristiana más alta del mundo. Trascurridos 135 años, desde la colocación de su primera piedra, la construcción del ‘Templo Expiatorio de la Sagrada Familia’, afronta los últimos retos para la conclusión de esta obra emblemática de la ciudad de Barcelona, que ha sido prevista para la próxima década.
La idea para promover la construcción en Barcelona de un templo expiatorio dedicado a la ‘Sagrada Familia’, surgió en 1874, por parte de la Asociación Espiritual de Devotos de San José, que había sido fundada en 1866, por Josep María Bocabella i Verdaguer.
Por medio de donaciones, esta asociación pudo comprar una parcela en el ‘Ensanche de Barcelona’, en el año 1881, iniciándose las obras el 19 de marzo del año siguiente. La edificación se comenzó por la cripta situada bajo el ábside, siguiendo el proyecto neogótico del arquitecto, de origen murciano, Francisco de Paula del Villar y Lozano (1828-1901). Los numerosos desacuerdos con los promotores, motivaron el abandono de este arquitecto, recayendo el encargo en la figura del genial Antoni Gaudí (1852-1926).
Aunque, inicialmente, continuaría con la propuesta neogótica planteada por su predecesor, posteriormente, y gracias a importantes donativos, propondría un enfoque mucho más monumental. Su proyecto conformó un templo de grandes dimensiones, planta de cruz latina, y 18 esbeltas torres de gran carga simbólica.
La central representa a Jesucristo, y se haya rodeada de cuatro torres identificadas como los evangelios. La torre del ábside, simboliza a María, mientras que las doce restantes, se hayan vinculadas con los apóstoles. La gran verticalidad, refuerza la sensación de ascensión y acercamiento a Dios.
Las fachadas muestran tres momentos en la vida de Jesús: su nacimiento, su pasión, muerte y resurrección, y su gloria. La luz solar refuerza esta asociación: luz de levante para la fachada del ‘Nacimiento’, que remarca la alegría por este acontecimiento; el poniente, con sus efectos y contrastes de luces y sombras, presenta connotaciones más dramáticas, muy oportunas para la fachada de la ‘Pasión’; mientras que la luz de mediodía en la fachada de la ‘Gloria’, ilumina el acceso principal al interior.
Las columnas poseen un tratamiento arborescente, cuyo cálculo estructural fue realizado de manera empírica a partir de modelos de pesos invertidos y cálculo gráfico. Su directriz inclinada, se bifurca en la parte superior, dando una sensación de que las ramas sujetaran la bóveda de hojas. Bajo el bosque conformado, se crea un espacio íntimo y recogido, casi de carácter mágico, gracias al predominio de la luz coloreada, que atraviesa las vidrieras. El interior del templo, de esta manera, se encuentra dominado por la luz y la espiritualidad.
La magnitud de la edificación, hizo que Gaudí se centrara exclusivamente en este proyecto durante los últimos años de su vida. A pesar de que ya tuviese planteada la solución definitiva de cubiertas en 1923, la lenta evolución de los trabajos sólo le permitió poder ver finalizada la primera torre, dedicada a San Bernabé, ya que moriría trágicamente el 10 de junio de 1926. Su sucesor sería uno de sus colaboradores, Domènec Sugrañes, que se mantuvo en la dirección de las obras, hasta 1938.
Tras el parón de la Guerra Civil, entre 1939 y 1940, se reanudaron los trabajos por medio del arquitecto Francesc de Paula Quintana i Vidal. A partir de ese momento, asumirían la dirección de las obras, hasta 1983, Isidre Puig-Boada y Lluís Bonet i Garí. Otros arquitectos que han continuado con los trabajos han sido: Francesc de Paula Cardoner i Blanch, Jordi Bonet i Armengol y Jordi Faulí i Oller (que asumió la dirección en 2012).
En el año 2000, se concluyeron las bóvedas de la nave central, y las del transepto, mientras que entre 2008 y 2010, se terminaron las bóvedas del crucero y del ábside. Durante el año 2017, se construyeron las torres de los Evangelistas, y de la Virgen María, empleando paneles de piedra tensada premontados en taller.
Al tratarse de un templo expiatorio, toda la construcción se ha realizado, gracias a donativos.
Las obras planteadas siguen los criterios marcados por Gaudí, pero aprovechan, igualmente, las nuevas tecnologías, por ejemplo, el corte de la piedra mediante sistemas de mecanización informática; encofrados de diversos materiales, como poliestireno, poliéster y fibra de vidrio.
La fachada del ‘Nacimiento’ y la cripta del ‘Templo Expiatorio de la Sagrada Familia’, fueron declaradas, en 2005, ‘Bien Cultural del Patrimonio Mundial’, por la UNESCO, sumándose a la ‘cripta de la colonia Güell’, en Santa Coloma de Cervelló, la ‘casa Vicens’, la ‘casa Batlló’, la ‘casa Milá’, ‘Palau Güell’ y ‘Parque Güell’ (estos últimos ya inscritos en el listado desde 1984).