Hablar de adicciones siempre ha sido complejo. Cuando nos referimos a ellas, siempre pensamos en alcohol, cigarros y drogas, pero lo cierto es que las hay de todo tipo. A distintas comidas y bebidas, al ejercicio, el trabajo e incluso actividades de esparcimiento como la televisión y los videojuegos. Cada una presenta diferentes retos en su detección y erradicación, pero pocas se han tornado tan desafiantes, como sería la adicción a las redes sociales.
¿Qué es la adicción a las redes sociales?
Se trata de una adicción conductual, que se distingue por una preocupación extrema a lo que sucede en las redes sociales. Esto genera un deseo extremo de permanecer conectados para estar pendiente de lo que sucede, ya sea con contenidos de otras personas y sobre todo con los propios. En el caso de estos últimos, implica estar pendientes de las distintas interacciones en torno a nuestras publicaciones. Como toda adicción, esta se caracteriza por una ansiedad cada vez mayor, que requiere cada vez más tiempo online.
Algo que, sobra decirlo, termina por impactar en otras áreas como la familiar, la académica/laboral y por supuesto la personal, pues cada vez se tiene menos tiempo para otras actividades propias que pueden ir de la lectura al deporte, lo que termina afectando de manera importante la salud física y mental.
También presente problemas de abstinencia, que va de una sensación de incomodidad cuando se está desconectado a depresión y enojo conforme aumenta el tiempo offline.
Para detectarla, diversos sitios especializados sugieren que los afectados y sus personas más cercanas estén pendientes de ciertos aspectos de la vida cotidiana. Si lo primero que se hace al despertar o tener un tiempo libre es mirar las redes, si el trabajo y los estudios son interrumpidos para conectarse a ellas, o si se está online mientras se pasa tiempo con familiares y amigos. Y claro, si se manifiesta aunque sea una mínima ansiedad cuando no está en ellas. ¿Algo de esto le suena conocido? No está sólo.
¿Cómo inicia esta adicción?
En los últimos años, se han realizado numerosos estudios para determinar un porcentaje de adictos a las redes sociales. Los resultados varían según la investigación, pues una realizada por Facebook en 2021, estimó que un 12% de sus usuarios tienen un comportamiento compulsivo a esta red en particular; una encuesta realizada en los Estados Unidos en 2019, encontró que un 40% de los jóvenes entre 18 y 22 años se consideran adictos, mientras que especialistas creen que entre el 5% y el 10% de los estadounidenses pueden padecer estos problemas.
Si la situación se ha disparado de este modo, no es por la tecnología como tal, sino por el uso que le hemos dado como sociedad. Las redes sociales son sumamente narcisistas y se estima que los usuarios hablan de ellos mismos entre un 30 y 40% de las veces. Sobra decir que esta cifra puede aumentar considerablemente en algunas personas.
Esto, aunado a las interacciones que pueden ir del visionado al ‘like’, contribuyen a la liberación de dopamina que provoca una sensación de bienestar en el cuerpo. Es por esto que el cerebro asocia a las redes sociales con un refuerzo positivo, e indica que desea más. Esta es la razón por la que las redes sociales suelen ser equiparadas con la adicción a las apuestas y a drogas tan potentes como la cocaína. Y también es por esto que erradicar la ansiedad es tan difícil, pero siempre posible.
Combatir la adicción a las redes sociales
Como toda adicción, la única manera de enfrentar la dependencia a las redes sociales, es comenzar por la aceptación y continuar por la acción.
Se puede empezar con el apagado de las notificaciones y la delimitación de un horario bien establecido para ver las redes. Es importante aclarar que este último, no debe coincidir con actividades personales ni laborales, las cuales siempre tendrán prioridad. También se recomienda borrar las apps de los celulares para dificultar el acceso y evitar las tentaciones.
Se sugiere también buscar pasatiempos que ayuden a tener la mente despejada y a mejorar la autoestima, ante el cumplimiento de nuevas metas. Pueden ir desde lo cognitivo, como el estudio de idiomas o la inscripción en algún curso, a lo físico, como la práctica de un deporte.
Finalmente, se recomienda buscar ayuda profesional de un psicólogo, con el fin de que el camino sea más sencillo.