Un estado (no reconocido) que se resiste decirle ‘good bye’ a Lenin.

Hoy en día existen algunos territorios que no son reconocidos por todos los países del mundo, como un estado soberano. Incluso hay países que no existen para nadie o prácticamente nadie. Uno de esos, es la República Moldava de Pridnestroviana, mejor conocida como: Transnistria.

Se originó después de la ruptura de la Unión Soviética, al autoproclamarse independiente a principios de la década de los 90’s. Se trata de una región separatista de la región de Moldavia, un país entre Rumania y Ucrania, que por lo general sirve como una especie de frontera entre ellos. Su territorio no tiene acceso al Mar Negro y se encuentra al este del río Dniéster (de ahí proviene su nombre original, Transdniéster).

Como no hay aerolíneas de bajo coste, sólo se entra por tierra, desde los países limítrofes, ya sea en autobús o en el tren que sale desde Ucrania.

Tan sólo mide 193 kilómetros de largo, y en promedio 12 kilómetros de ancho; algo más o menos de 4 kilómetros de territorio. Por lo que se puede recorrer este territorio en las 10 horas de tolerancia que el gobierno otorga a los turistas  que entran sin hospedaje acreditado, depués de este tiempo, los turistas se hacen acredores a una multa.

Los habitantes de Transnistria, son más de medio millón de personas;  son pro-rusos, por lo general son poco hospitalarios, la gran mayoría sólo hablan ruso, tienen una cultura diferente al resto de Moldavia y no les agradan mucho los extranjeros.

Cuenta con todo lo que tiene un país independiente: fronteras muy bien delimitadas, su propio ejército, pasaporte, gobierno, leyes, bandera, escudo y hasta su propia moneda. Sin embargo, sólo existe para otros tres estados fantasmas: República de Abjasia, Osetia del Sur y la República de Nagorno Karabaj.

Pasear por Transnistria es como entrar en una máquina del tiempo y salir en la Rusia de hace 50 años, por su abundante decoración: martillos y hoces soviéticas, esculturas de Lenin, tanques como reliquias y memoriales bélicos. El desempleo no supera el 4% porque sus ciudadanos se marchan a Rusia y los ciudadanos residentes se dedican principalmente a las industrias del acero, cemento, energética y textil.

La capital, Tiraspol

Aquí la avenida 25 de Octubre (fecha insigne de la Revolución Rusa)  es la médula espinal de la urbe. En ella se puede pueden encontrar mercadillos improvisados en las aceras que comercializan artículos (originales y apocrifos) de las diferentes guerras en las que participó la ex-URSS.

La ciudad también cuenta con algunas ventajas de la era moderna, gracias a Ilya Karmaly y Viktor Gushan, antiguos milicianos reconvertidos en emprendedores que crearon Sheriff. Una marca con logo de placa policial que usa los colores estadounidenses, que se le puede encontrar en cualquier fachada y establecimiento; ya que entre sus empresas se encuentran: cadenas de supermercados y gasolineras, una compañía telefónica, una fábrica textil y además tiene el monopolio de la construcción.

Pero esta empresa va más allá: paga un 30% de todos los impuestos del país y es dueña del FC Sheriff, el único equipo de fútbol del territorio que además de haber ganado 14 de las últimas 16 ligas moldavas es patrocinado por la marca Adidas.

Como era de esperarse, el FC Sheriff necesita un lugar para entrenar, así que, la empresa monopolizadora inauguró en 2002, un estadio  con capacidad para 13.000 espectadores. Tiene la máxima catalogación de la FIFA y es el predilecto por Moldavia para los partidos internacionales. Su complejo dispone del último modelo en sistemas de calefacción y drenaje, pero lo que más llama la atención, es su polideportivo contiguo, con piscinas y saunas relucientes.

Entre las curiosidades de la ciudad, se encuentra ‘Andy’s Pizza’, una cadena de comida rápida con estética yanqui, y unos cines con los últimos estrenos de Hollywood.

El hospedaje es bastante limitado pues sólo existen 2 opciones: el lujoso hotel Rusia, el cual cobra 240 rublos transnistrios, por persona en una habitación compartida; o el austero hostal Aist, con cientos de cuartos con paredes de papel pintado, baños un poco cascados y de dudosa pulcritud.

A pesar de dar la apariencia de ser un lugar atractivo para turistear, el Ministerio de Exteriores en Moldavia recomienda no viajar allí, ya que en caso de necesitar ayuda diplomática, esta no sería posible.