Entre los más conocidos están los túneles ‘El Pípila’, ‘El Minero’, ‘La Galereña’, así como la calle ‘El Padre Belauzarán’.
Aunque pocos lo saben, Guanajuato está lleno de caminos, túneles, callejones y pasadizos secretos. Y es que en esta urbe cada esquina tiene una leyenda y una multitud de arterias empedradas plagadas de bifurcaciones y misteriosos recovecos que se hicieron en otro momento de la historia. Estos caminos inadvertidos (que casi siempre están debajo de nuestros pies) hacen que la ciudad sea perfecta para perderse y entender una parte esencial de lo que es México.
No cabe duda que Guanajuato se hizo para caminar; para recorrer estrechas calles, para entrar a sus callejones y conocer sus monumentos y edificios emblemáticos. También se hizo para que las personas puedan perderse en su enorme laberinto colonial. Un conjunto de caminos sinuosos que existen gracias a la red de túneles que yacen en su interior.
Túneles de Guanajuato
Hace algunos siglos el cauce del Río Guanajuato pasaba por debajo de la ciudad, lo que propiciaba que durante épocas de lluvias las vías sufrieran constantes inundaciones.
Para evitar esto, surgieron los primeros canales de agua; un conjunto de adecuaciones arquitectónicas que con el paso del tiempo se transformarían en ocho kilómetros de túneles y calles profundas, una red subterránea, que actualmente es la más grande del mundo. Cada pasadizo tiene su propia historia, e incluso un nombre propio. Entre los más conocidos están los túneles: ‘El Pípila’, ‘El Minero’, ‘La Galereña’, así como la calle ‘El Padre Belauzarán’. Sin embargo, todo empezó en 1823 con ‘El Cuajín’, que fue el primer canal de desagüe de la ciudad, ya que iba de la ‘Hacienda San Agustín’ (ahora el ‘Mercado Embajadoras’) hasta la ‘Presa de los Pozuelos’.
Los misterios y leyendas de la ciudad
Sin duda todo ha cambiado y en el presente estos sorprendentes túneles de cantera y piedra de estilo colonial, ya no contienen agua, sólo automóviles y una gran cantidad de caminantes que circulan de aquí para allá. No obstante, las leyendas que se crearon a partir de estos espacios siguen vivas y explican de una manera espectacular la importancia del subsuelo en Guanajuato y por qué son uno de los sitios más visitados del país.
Una de las historias más populares, es que en estas calles subterráneas se escuchan los lamentos de ‘La Llorona’. Asimismo, otros locales aseguran que tras las campanadas de las dos de la mañana, aparecen dos monjes franciscanos en busca de las ruinas de su monasterio.