Esta isla fue descubierta un 24 de diciembre de 1777, por el capitán James Cook, quien la bautizó como Christmas Island (Isla Navidad).
Se trata de la Isla de Kiribati, ubicada al noreste de Australia, cuya población ronda los 50 mil habitantes, según señaló el último censo realizado en 2010. Se encuentra situada en el océano Pacífico, a 232 kilómetros por encima de la línea ecuatorial, por lo que le corresponde el privilegio de tener el primer huso de horario del planeta y donde se canta el primer villancico del año.
Kiribati, cuyo nombre oficial es República de Kiribati, es un archipiélago compuesto por 33 atolones coralinos, más la isla volcánica de Banaba, que están localizados en un área de más de tres millones de kilómetros cuadrados.
Los 5.586 habitantes de la Isla Navidad, en el estado de Kiribati, al noreste de Australia, son cada 31 de diciembre, los primeros en recibir el Año Nuevo en todo el mundo. La población celebra el cambio de año con distintas misas en las iglesias de sus distintos pueblos. Pero no siempre fue el primer país en celebrar antes que el resto del mundo. Hasta 1995, la línea internacional de cambio de fecha dividía Kiribati en dos, lo que provocaba que una parte tuviera cuatro días laborales, mientras que el otro cinco. Fue por esta misma razón que se adelantó el horario, para permitir que todos tengan las mismas obligaciones a la hora de trabajar.
Salto en el tiempo
Después de Kiribati, los siguientes territorios que recibirán el 2018 son Samoa y Tokelau, ambas islas con una curiosa historia de un ‘salto en el tiempo’ para quedar en primera línea del Año Nuevo.
En 2011 Samoa aprobó la Ley de la Línea Internacional de Cambio de Fecha, para saltarse un día de calendario y pasar de la medianoche del 29 de diciembre directamente, a la madrugada del día 31. La medida se tomó para sincronizar el tiempo de la isla, con el de los territorios cercanos y que son sus socios comerciales, principalmente Nueva Zelanda y Australia. Luego de que Samoa anunciara la medida, Tokelau, un territorio neozelandés de tres atolones y donde viven unas 1.200 personas, se sumó al cambio de día.
La otra Samoa, la soberanía de Estados Unidos y situada a solo una hora en avión, decidió mantener su calendario original, y ser el último lugar del mundo al que llega y celebra el Año Nuevo.