El nombre Vincent Thomas Lombardi suena familiar. Hoy es considerado el más grande coach de la historia.
Lombardi vivió sólo cincuenta y siete años, pero en ése corto trayecto logró llegar desde el humilde hijo de unos inmigrantes italianos nacido en Brooklyn, a transformarse en el más famoso coach de todos los tiempos, habiendo logrado que todos los equipos que condujo, fueran tres veces consecutivas ganadores del Campeonato mundial de fútbol AFL-NFL (Súper Bowl).
Egresado de la Universidad de Fordham, un instituto jesuita, el cual no sólo habría de formar su estilo de juego, sino que moldearía su carácter y le daría las bases psicológicas para enseñar este deporte. Ahí jugaba de guardia a la ofensiva y como tackle defensivo, formó parte de los famosos y legendarios ‘Siete Bloques de Granito’. Tras pasar un tiempo empleado en una compañía financiera, en 1939 aceptó ser maestro en el Colegio Santa Cecilia, pero también era a la vez, asistente del entrenador en jefe del equipo de fútbol americano de dicho colegio.
Junto a su puesto de entrenador asistente, Lombardi enseñaba latín, química y física a los alumnos de este prestigiado colegio católico. Siendo maestro de estas materias, puso en práctica su estilo pedagógico de enseñar de tal forma, que no importaba que tuviera que explicarle de manera detenida la materia a su estudiante más lento hasta que todos hubieran comprendido la clase de manera correcta. Este estilo lo repetiría también como entrenador.
Cuando Andy Palau dejó el puesto de coach en jefe, Lombardi tomó el mando y en cinco temporadas al frente, hizo de la pequeña escuela católica de Santa Cecilia, toda una potencia a nivel de preparatorias.
Para 1949, aceptó el cargo de auxiliar en la Academia Militar de Estados Unidos con sede en West Point. Ahí estuvo a las órdenes del timonel del conjunto de fútbol americano, Red Blaik.
Lombardi aprendió de Blaik la importancia de practicar con énfasis la ejecución de jugadas, así como la forma de concretar conceptos básicos del juego, como a aplicar el impulso de una férrea disciplina para conseguir los objetivos trazados.
Luego de cinco años en West Point, Lombardi aceptó la propuesta de convertirse en entrenador de la ofensiva de los Gigantes de Nueva York. Lombardi llegaba con ello a la NFL, llegaba al profesionalismo, un mundo completamente diferente al que se vivía en el ámbito colegial.
Para 1959, los Green Bay Packers le ofrecieron a Lombardi el puesto de entrenador en jefe y gerente general, una medida para acabar con un periodo de mediocridad que había perseguido a este equipo. Vincent aceptó allí ser por primera vez estratega total de un conjunto profesional.
Lombardi rebasó las expectativas de los Packers. En todas las temporadas que dirigió, siempre compiló con una marca ganadora. Su momento cumbre lo tuvo de 1966 a 1967. La NFL se vinculó con la AFL y definieron crear un certamen único para determinar qué campeón de liga es el mejor.
Este encuentro fue denominado Juego por el Campeonato Mundial AFL-NFL, y más tarde sería conocido como el Súper Bowl. Los Green Bay Packers, con Lombardi en la dirección de un equipo que contaba con buen talento y excelente conducción, ganó las dos primeras ediciones del Súper Bowl.
Luego del triunfo ante los Raiders de Oakland en el Super Bowl II, Lombardi se retiró como coach en jefe de Green Bay para ser únicamente su Gerente General. Sin embargo, en sus venas corría la sangre de un coach y no de un mero ejecutivo, decidió renunciar a su cargo con Green Bay e irse como coach en jefe de los Pieles Rojas de Washington, a quienes entrenó en el año de 1969.
Antes del inicio de los campos de entrenamiento previos a la temporada de 1970, las molestas estomacales que venía padeciendo desde años atrás en Green Bay se agravaron y al hacerse un estudio médico, se descubrió que Lombardi padecía de cáncer de colon, esto en junio de 1970. Para cuando se descubrió su padecimiento, era demasiado tarde, pues este ya había invadido otros órganos vitales y su muerte llegó el 3 de septiembre de 1970, contando Lombardi con apenas 57 años de edad.
Fue tal la conmoción que provocó su muerte a nivel nacional, que el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, le envió a la familia de Lombardi un telegrama de condolencias firmándolo no sólo en su nombre, sino en el del pueblo de los Estados Unidos.
Una semana después de su muerte, la NFL decidió que el nombre del trofeo que se le entregaba al ganador del Super Bowl, fuese bautizado como el ‘Trofeo Vince Lombardi’, no sólo por ser el primer entrenador en ganarlo cuando nació este juego, sino por el legado que dejó como entrenador en jefe; así mismo, al año siguiente, 1971, se le ingresó al Salón de la Fama de la NFL en Canton, Ohio.
Forjado en la rudeza de la competencia, supo valorar y destacar el esfuerzo del oponente al que en todo momento le brindó respeto, sin por ello perder el objetivo de obtener la victoria. Una de sus importantes enseñanzas se refiere a lo que él llamó ‘tenacidad mental’, a la que definía como la capacidad de enfocarse en un solo propósito, utilizando la habilidad de sobreponerse a los fracasos temporales, olvidando los daños menores y la presión del oponente, hasta lograr el objetivo buscado.